La perra vida del galgo
2.500 canes han sido robados en tres años en España. Las apuestas ilegales corroen este submundo
De un tiempo a esta parte todo son malas noticias alrededor del galgo español, animal hierático, de austera elegancia, veloz y noble, en otros tiempos compañero de cacería de reyes y caballeros. De la lectura de su coyuntura reciente se desprende que aquellos ejemplares que dejan de ser útiles acaban en la horca, en tanto que los más notables son presa de los ladrones. Visto así, la vida del galgo no tiene término medio: o no vale un duro o vale tanto que despierta la codicia de los asaltadores.
A los abandonos y ahorcamientos de animales inservibles para la caza que desde hace años denuncian algunas protectoras de animales, se les añade un crimen relativamente novedoso. Algo más de 2.500 ejemplares han sido sustraídos a sus dueños en los tres últimos años, según datos del Seprona, para ser maltratados, explotados o vendidos en el mercado negro. En el margen de este negocio aparece un escenario de apuestas clandestinas en el mundo rural sobre actividades tan poco escrupulosas como la pelea de animales.
Hay canes guardados en pequeños búnkeres. Pero da igual. Los roban con butrones o pistola en mano
Han coincidido dos operaciones de la Guardia Civil (Operación Harry y Operación Clavijo) para traer a la superficie un problema que tenía preocupados a parte de los 160.000 aficionados que se movilizan alrededor del galgo, agrupados en cerca de 600 clubes. En apenas una semana, la actuación policial dirigida desde las comandancias de Cuenca y Zamora dio lugar a la detención de más de 40 personas en 17 provincias españolas y a la recuperación de 216 galgos. Las imágenes de estos animales circulan actualmente por páginas y foros de Internet (entre ellas, YouTube) a la búsqueda de sus propietarios legales. El galgo es la principal víctima de una actividad delictiva poco conocida como es el robo de perros de raza, cuyas estadísticas no son despreciables. Durante el año 2006 se denunciaron 3.229 hurtos en la demarcación de la Guardia Civil (de ellos, en 1.282 se trataba de galgos), cifra que disminuyó ligeramente en 2007 (de 1.955 denuncias, 661 correspondían a galgos).
Las consecuencias de esta epidemia de robos, como la califica el ex diputado de Izquierda Unida Antonio Romero, reconocido aficionado al galgo, se habían hecho notar en el sector. Un número muy alto de propietarios han debido adoptar medidas de seguridad para proteger a sus animales. La instalación de alarmas o la construcción de pequeños búnkeres (así se denominan) para alojar sus mejores ejemplares estaba en su apogeo. Sin embargo, las medidas no parecían desalentar a los asaltantes. "Vivimos una situación de auténtico desamparo", reconoce Carlos Sanz, presidente de la Federación Española de Galgos. Había constancia de hurtos a la luz del día y asaltos en campo abierto a punta de pistola.
"Tener un buen galgo se había convertido en una pesadilla. Vivía con miedo, pendiente cada noche de cualquier ruido que se produjera alrededor de la casa", explica Carlos, propietario de Harry, hijo de un campeón de Castilla y León, cuyo robo hace más de un año permitió abrir una investigación que ha dado origen a una operación policial bautizada con el nombre de su perro.
"Mis perros tienen fama y me había gastado más de 6.000 euros en un sistema de alarma. Ya había sufrido dos intentos de robo. Te asustas. Vives con miedo. Notas que te siguen. Durante tres días observé cosas raras hasta que me robaron a Harry una noche: hicieron un butrón en la pared para anular la alarma, me reventaron el búnker y se lo llevaron. La suerte es que anoté la matrícula de alguno de los coches que me seguían, y se trataba de gente fichada".
La denuncia por el robo de Harry llegó a la comandancia de Cuenca, donde se tenían noticias de otros robos. "Es un tipo de hurto difícil de investigar porque se produce en zonas rurales, poco habitadas, y está protagonizado por gente que se mueve mucho, entre ferias y mercadillos", explica su comandante. Decidieron destinar a la investigación buena parte de los escasos medios disponibles: cuatro agentes. "Apostamos por conocer a fondo el ambiente que se movía alrededor de los galgos para reunir información. Comenzamos por acudir discretamente a cacerías y a campeonatos", cuenta el oficial. Esa fase de la investigación permitió descubrir cómo alrededor del galgo se mueven intereses económicos nada despreciables. El valor de un buen ejemplar puede llegar a los 30.000 euros, la monta de un semental alcanza los 1.500 euros. El galgo español es un animal especialmente cotizado en países europeos como Alemania y Reino Unido. Lo corrobora el ex diputado Antonio Romero: "Se ha puesto de moda entre las clases más pudientes de Inglaterra tener un galgo español y eso ha elevado su precio". Durante sus pesquisas, los agentes de Cuenca detectaron individuos que se movían en el entorno de cada campeonato o cacería para tomar nota de los mejores ejemplares, seguían a sus propietarios hasta sus casas, vigilaban sus movimientos y su rutina, calculaban la mejor manera de dar el golpe certero. Dieron con una red suficientemente organizada como para operar en varias provincias y disponer de material para modificar la identidad de los animales cambiándoles el microchip que llevan obligatoriamente introducido en su cuerpo, y dotarles de un nuevo pasaporte. La organización aceptaba encargos e incluso vendía animales en otras localidades, transportándolos mediante compañías de mensajería.
Está por determinar a cuánto ascendía el beneficio económico de la red desmontada por los agentes de Cuenca. Cuando se decidió dar el golpe definitivo tuvieron que estudiar una operación compleja para desarrollarla en nueve provincias españolas (principalmente Albacete, Toledo y Ciudad Real, con ramificaciones en Jaén y Huelva). La Operación Harry permitió recuperar un total de 188 galgos, una cifra muy significativa. Había un problema secundario para la Guardia Civil: qué hacer con estos animales. La Federación Española de Galgos decidió entonces invertir 20.000 euros de su presupuesto para recogerlos y depositarlos en un lugar adecuado cuya ubicación no se ha desvelado para evitar precisamente que otros asaltantes puedan interesarse por ellos.
La investigación policial ha destapado otras actividades de los delincuentes. Durante los registros se encontraron armas de fuego; también otras especies como loros, palomos o gallos de pelea. La información evidenció que todavía subsisten espectáculos poco recomendables en el mundo rural, desde las carreras de galgos acompañadas de apuestas ilegales hasta las peleas entre animales: algunos galgos, los menos afortunados, eran destinados al adiestramiento de perros para el combate.
El golpe policial no ha erradicado el miedo generalizado, pero ha abierto un debate interno en el sector: muchos propietarios piden la identificación y expulsión de aquellos miembros federados que han colaborado con estas redes o han recurrido al mercado negro para comprar ejemplares. Y es que alrededor de esta raza hay un intenso movimiento económico y, por lo que se aprecia, demasiados desaprensivos. La imagen en torno al galgo no acaba de limpiarse. Habrá una mayoría de propietarios cuidadosos, pero hay un número indeseable de ladrones y gente sin escrúpulos.
El propietario de Harry tuvo suerte: su galgo fue localizado hace unos meses. Lo encontraron deshidratado y repleto de pulgas. "Ahora se dedicará a vivir la vida", dice. Lo ha destinado a labores de semental. Sin embargo, este juicio puede ser apresurado: vivir escoltado y dormir en un búnker es una perra vida para el galgo.
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