100.000 pastillas de 'éxtasis' al mes
20 detenidos por vender droga en una discoteca de Madrid y otra de Toledo
Unas 100.000 pastillas de éxtasis al mes. Ésa era la cantidad de droga que vendía una banda en discotecas de moda de la región y de Toledo. La Guardia Civil ha desarticulado la red, formada por 20 personas, que distribuía el estupefaciente desde que entraba procedente de Holanda hasta llegar al consumidor final. Las píldoras, con los anagramas de Mitsubishi, Corona o Rolex, se vendían a entre cuatro y seis euros.
La organización adoptaba grandes medidas de seguridad
El precio de cada píldora oscilaba entre los cuatro y los seis euros
Las investigaciones comenzaron el pasado 29 de junio, cuando agentes del puesto de Humanes-Arroyomolinos hacían un control rutinario. Registraron a tres hombres que les infundieron sospechas y les hallaron 140 pastillas. Uno de ellos se encargaba de vender estas drogas.
Los agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil comenzaron a investigar los lugares donde se podía vender este tipo de estupefaciente. Al final llegaron a dos discotecas de música techno: Fabrik, en Humanes, y Radikal, en la zona norte de Toledo.
La organización trabajaba sobre todo en dos zonas. En Torrijos (Toledo), había un responsable, J. L. N. P., de 20 años, conocido como Conejo, que tenía a su cargo a cuatro colaboradores, que vendían el éxtasis en su zona. Según fuentes de la Guardia Civil, despachaban unas 4.000 pastillas cada vez.
El siguiente grupo, formado también por cuatro personas, estaba distribuido por localidades de Toledo y Ciudad Real. Dos de los integrantes hacían las tareas de cobertura y apoyo al grupo.
Estas ramas de la organización eran abastecidas desde Colmenar Viejo. El principal suministrador era un ciudadano que regentaba un bar en la localidad. Utilizaba este local para dar una apariencia de legalidad a sus actividades ilícitas. También disponía de un piso-almacén.
El traslado de la mercancía desde Holanda se hacía con un Renault Scénic al que se habían hecho dobles fondos para transportar las pastillas. La organización adoptaba grandes medidas de seguridad. Delante del vehículo cargado con la droga iba un coche lanzadera que se ocupaba de avisar si sucedía alguna incidencia en la carretera.
La Guardia Civil detuvo a los correos de la banda el pasado 23 de septiembre en la avenida de San Agustín de Guadalix, en Colmenar Viejo. En el vehículo se hallaron pastillas de la marca Mitsubishi (las más caras) y 200 gramos de cocaína. Fueron arrestadas siete personas. El resto de la red fue desarticulada en los siguientes días en Arroyomolinos y en las provincias de Toledo y Ciudad Real. También han sido decomisados seis kilos de hachís y 1.100 euros en metálico.
La edad de los acusados oscila entre los 18 y los 32 años. El cabecilla era I. E. A., Isma, de 31 años. El juez decano de Instrucción número 1 de Fuenlabrada, Adolfo Carretero Sánchez, ha decretado el ingreso en prisión de 16 de los 20 detenidos. Éstos son de nacionalidad española, marroquí, rumana, checa y holandesa, según informó la Guardia Civil.
Un consumo de fin de semana
El éxtasis se ha convertido en una droga vinculada al ocio y al fin de semana. Por su bajo coste (entre cuatro y seis euros por pastilla) ha arrinconado en muchos ambientes a otros estupefacientes más caros. El gramo de cocaína alcanza en la actualidad hasta los 60 euros.
Ese bajo precio hace asequible el éxtasis a todos los sectores de la población, en especial a los más jóvenes, cuyo nivel adquisitivo es de los más bajos. Esta droga se vende en locales de ocio y en los aparcamientos de discotecas, sobre todo las madrugadas de los fines de semana y en festivos.
El éxtasis es un compuesto de metilendioximetanfetamina (MDMA), un derivado de las anfetaminas que se sintetiza en los laboratorios. Su concentración en las pastillas oscila entre el 25% y el 40%. El resto lo componen sustancias como la lactosa, que sirve de soporte para la droga.
Los jóvenes suelen tomar esta droga para aguantar sin dormir entre 48 y 72 horas; cuando se acaban sus efectos, el cuerpo suele pasar factura, al no haber descansado y haber sido sometido a una sobreactividad exagerada. Esta droga, además, incrementa la actividad circulatoria y respiratoria, con el riesgo de infarto o hemorragias cerebrales.
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