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Columna
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Letras y números

Anda entre nosotros Eduardo Galeano, una figura de perfil característico, escritor de libros con público limitado pero personalmente carismático para un segmento político, la izquierda lectora o seguidora de opinión.

Galeano acierta a seleccionar los momentos históricos, las figuras, donde se unen la literatura, el periodismo y la historia, crea espejos que muestran el rostro oculto de la dominación, muy concretamente el colonialismo sobre los indígenas americanos. Y lo hace con tal acierto que su denuncia se hace inapelable. Retrata además todos los ángulos de las relaciones inextricables y complejas entre amo y esclavo. Pensando en Galeano recordó uno a Castelao, tantas veces lo que tenemos delante se nos hace invisible. Castelao utilizó la tinta en el dibujo y la letra escrita para retratar nuestra realidad oculta. Sus dibujos son un prodigio de inteligencia aguda que desvelan las relaciones de colonizador y colonizado, la interiorización de la colonización, el autoodio, la opresión clasista, nacional, la minorización de la mujer, su opresión, la miseria de los niños... En sus dibujos, publicados humildemente en la prensa diaria, va todo un discurso que ilumina miseria oculta aún hoy.

¿Qué ha fallado desde que tenemos autonomía y entramos en Europa para que sigamos ahí?

Para entender por qué alguien llega a decir que las palabras de sus mayores son meramente un lenguaje para hablarle a las vacas, hay que leer a Galeano o repasar las Cousas da vida, de Castelao. Esas cosas no se explican meramente por ignorancia de todo y, para comprender los motivos de tanto desprecio y violencia hacia uno mismo, es útil la obra de estos dos radiólogos que retratan el alma del colonizador y del colonizado.

Y al decir Castelao decimos una obra compleja donde confluyen literatura, dibujo, política e historia. A sus dibujos y letras sólo le faltaron los números. Pensando en eso en este mes de las letras eché en falta más números y recordé los dos libros que se publican estos días de Camilo Nogueira sobre la Unión Europea y sobre Galicia en la Unión, donde hace una demostración abrumadora de nuestras posibilidades; suma y suma hasta que tenemos que aceptar que Galicia puede existir por sí misma en esta Europa y este mundo.

Es que el galleguismo, ese cerebro propio del país, a partir de los años sesenta analizó nuestra economía, unos en la UPG, otros en el PSG, otros en el republicanismo galleguista...Y hacia el final del franquismo la Facultad de Económicas de Santiago, que fue una institución académicamente caótica y desastrosa, fue en cambio un laboratorio de ideas estupendo. La referencia allí fue un libro de Beiras, O atraso económico de Galiza, en el que proponía el modelo del colonialismo interior de Lafont para comprender nuestro atraso. Por entonces se formó una generación de economistas, entre ellos dos presidentes de la Xunta, González Laxe y Pérez Touriño. Unos estudiaron la agricultura, la pesca, la demografía. Otros, ligados al Partido Comunista de Galicia, criticaron directamente el modelo de O Atraso en un libro. Otro ideó una categoría específica para teorizar al proletariado gallego...Un verdadero esfuerzo intelectual, lógicamente con las ideas e ideologías de la época, dedicado a interpretar y a buscar soluciones a los problemas del país. ¿Dónde va todo eso? Los análisis hechos entonces ya no nos sirven, pero ¿dónde está ahora el esfuerzo por interpretar nuestra situación socioeconómica? ¿Bastan las cifras de los balances de la situación anual que publica una caja, un banco?

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Andalucía y Galicia son las comunidades que más fondos de solidaridad recibieron el año pasado; verdad que para Galicia eso es nuevo. Andalucía debiera analizar por qué habiendo recibido todo tipo de ayudas y de infraestructuras tantos años no ha conseguido salir del final de la cola de las comunidades. Algo ha fallado.

¿Y Galicia? Después de tantos años de autonomía y de recibir fondos europeos no hemos conseguido tampoco salir de un puesto de colista. ¿Qué ha fallado desde que tenemos autonomía y entramos en Europa para que sigamos ahí? ¿Cómo estamos ahora? ¿Qué modelo debemos seguir? ¿Hay modelos, ejemplos? Camilo apunta respuestas en su libro pero nos merecemos un debate intelectual: ¿dónde están esos economistas capaces de contrastar modelos, propuestas?

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