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Tentaciones
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Reportaje:INTERNET

Invítame a tu 'cumple', Corey

El pasado 12 de enero, el australiano Corey Delaney convocó una fiesta en casa vía MySpace mientras sus padres estaban de vacaciones. Aparecieron 500 personas que asolaron el vecindario. La policía intervino y se impuso una multa a los progenitores de 13.000 euros por los destrozos. La noticia podría haber pasado inadvertida de no ser por su llamativo promotor: un chaval con el pelo frito, gorra ladeada, torso desnudo, piercing en el pezón y enormes gafas de plástico amarillas que la autoproclamó como "la mejor fiesta de la historia". Una anonadada reportera le entrevistó en directo en una televisión local y no logró que se quitara las gafas mientras le instaba, sin mucha suerte, a pedir perdón a la comunidad. "Estas gafas", dijo el chico, "son famosas". Y cuando ésta le preguntó qué diría a otros muchachos que pensaran, como él, montar una fiesta en su casa, Delaney, tras sus lentes tintadas, espetó: "Llamadme a mí para organizarla".Dicho y hecho. Corey tardó tres semanas en atreverse a regresar a casa de sus afligidos padres, pero lo hizo con unas gafas nuevas de 400 dólares y acompañado de su agente, Max Markson, el mayor representante de supercelebridades de Australia y el tipo dispuesto a exprimir el talento del último fenómeno global de la generación yo. Gracias a MySpace Australia conseguimos el teléfono de Corey Delaney. Cuando llamamos para preguntarle por sus planes de futuro, nos remitió a su representante: "Toma nota de su número, él tiene que dar su permiso para estas cosas". Y la respuesta deMarkson fue tajante: "No nos interesa, ahora Corey está muy concentrado". ¿En qué? Pues en convertirse en dj, a la velocidad que exige la banda ancha, por supuesto. Al día siguiente de salir en las noticias, Corey recibió la oferta deMarkson de regentar sus propias fiestas "en lugares más adecuados". Tras un cursillo acelerado, Corey se ha estrenado pinchando en algunas ciudades del continente, y no queremos ni imaginar la que liará hoy mismo, que cumple 17 años, en el macrofiestón con que lo celebra en Melbourne. Según su representante, podría facturar, sólo este año, 100.000 dólares australianos (algo más de 60.000 euros), de los que él se embolsaría un 20%. Y ya planea una gira por Inglaterra para este verano, está al habla con algunas ciudades de Estados Unidos y con marcas de refrescos para el patrocinio. El propio Corey ha confesado, titubeante, que si la aventura fracasa volverá a su rutina de aprendiz de carpintero.El fenómeno Corey divide al mundo. Por la Red proliferan perfiles de MySpace y FaceBook falsos (Corey ha restringido el suyo real, www.myspace.com/4corzza), webs de homenaje (www.coreydelaney.com) y de castigo (en www.slapcorey.com —algo así como Abofetea a Corey—, el rey del pelo frito se ha llevado ya más de un millón de tortas virtuales) y canciones como Naughty Corey song, que dice "Here's the story of naughty Corey, the kid's a dickhead, but he's getting glory" ("Ésta es la historia del revoltoso Corey, el chaval será un gilipollas, pero se ha hecho famoso") . Hasta existe un concurrido debate entre los usuarios de Wikipedia para decidir si es legítimo o no darle una entrada en la enciclopedia online a un chico cuyo máximo logro ha sido reventar su barrio. Por los foros circulan irreproducibles lindezas dirigidas a Corey. Para unos, como la reportera Barbara Ellen, de The Guardian, es "la reencarnación de Beavis y Butthead". Según Jill Singer, del Herald Sun autraliano, Delaney es "un descerebrado incapaz de juntar sujeto, verbo y predicado en la misma frase". Para otros es un ídolo, alguien capaz de tambalear los pilares de sus mayores resultando menos fiero de lo que lo pintan. Los más temerosos lo señalan como un peligroso ejemplo a seguir por otros jóvenes en plena edad de autoafirmación. En las últimas semanas, en Australia se han multiplicado las invitaciones a fiestas caseras por Internet por parte de menores de edad; incluso el propio ex ministro de Salud, Tony Abbott, vio cómo 200 chavales se presentaron al cumpleaños de su hija de 15 años. Tanto es así, que la primera ministra de Queensland, Anna Bligh, ha amenazado con imponer serias multas a los padres que consientan estos descontroles. La cuestión es, ¿existe una fórmula para detenerlo?.

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