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Columna
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El libro blanco

Tranquilos. La vida sigue igual. Han subido el pollo y la leche, claro, pero la vida sigue igual. Tanto es así que los obispos han elegido al gallego Rouco (¿qué fama vamos a tener si no?), íntimo de Ratzinger, que al parecer sabe alemán. Cuando una persona sabe alemán debe estar muy cerca de Dios y de la sabiduría, decían lo mismo de Don Domingo García Sabell, sabía alemán, todos estábamos de acuerdo que era importante. La teología en alemán (y Dios nos libre de Lutero) debe ser algo así como la certeza que tiene Esperanza Aguirre en emular a Angela Merkel, no sé qué les pasa a las primeras damas, asustan, dan miedo.

Estamos en la paridad, de acuerdo, pero todavía no he asumido bien lo de Cristina Fernández (¿han vuelto a saber de ella?) para que ahora le hagan la cama al pobre Rajoy. No, no cantemos victoria, guarda tu cólera, Aguirre, que el de Pontevedra tiene más moral que el Fenerbache y todavía está por ver. Recuerden las estadísticas: la raya azul siempre en ascenso, la roja en franco declive. Y luego el demonio de los nacionalistas, otra vez quieren romper la patria, alimentar la hoguera luterana, quemar en Gernica el Libro de Rouco. Qué barbaridad. Cuántas veces he dicho que tiene que haber pimientos de todo tipo, de Gernika y de Herbón.

Recuerden las estadísticas: la raya azul siempre en ascenso, la roja en franco declive

Una nación católica y amiga del Señor como la nuestra; un agua distinta para cada: Murcia, Galicia, Aragón, de eso trata el Estado de las autonomías. Agua corriente, campos de golf, pueblos enteros que hablan inglés, strawberry fields forever. ¿A quién se le habrá ocurrido otro modelo? Tanta pendejada de lenguas, tantas historias de cambio climático, de memoria histórica: ¿y usted pretende pasar curso por las buenas con cuatro asignaturas suspensas? No sé que pasa: nadie ha dicho que estamos en cabeza del consumo de drogas europeo y en el furgón de cola de la lectura.

Deprimidos, tercermundistas, ateos. Por no ir ni siquiera vamos al cine, claro que ese cine de rojos y de guerra qué le va a gustar a la gente, y oye que Bardem diga que se lo dedica a España, tiene cojones, aquí hay que poner orden, mira Sarkozy, un tipo con un par, no sé que dice Rouco de Carla Bruni, pero el tipo está poniendo en su sitio a los bretones, a los argelinos, a los vascos, no cómo aquí, ese tipo paseando por Donosti y comiendo kokotxas en Donosti, y los subsaharianos que llegan con el tam-tam del efecto llamada, a quién se le ocurre, con lo bien que estaban en el limbo, sin papeles, de vez en cuando una deportación masiva y a templar gaitas en Bruselas y El Ejido.

El domingo primero a misa y luego a votar ¿con todas tus fuerzas?, no hombre, reserva algunas para la astenia primaveral, a ver si a Solbes se le pone bien el ojo de la inflación y si logramos aprobar macroeconomía. Oye será que estoy perdiendo oído, pero al profesor no le oigo en el aula. ¿Será que es un truco para ganar los debates? En fin lo que no entendí tampoco fue lo del Libro Blanco. Creía que se trataba de un libro de páginas en blanco donde usted puede poner los datos que quiera, pero no, me dicen que es el Libro de los Libros, el que no admite réplica, cómo la hora del Meridiano de Greenwich, El Aleph o la Santísima Trinidad.

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Sube el pollo y la leche y el del Libro Blanco sigue pensando en el desarrollo sostenible, en los molinillos de viento, en las horas de sol, con lo bien que estaríamos de calentitos en invierno con media docena de nucleares y financiando el cultivo del lino para que vean que uno piensa en la agricultura y la ganadería, uno piensa en esa pobre gente que trabaja de sol a sol, yo que siempre he mantenido la hegemonía de la lechuga perdiz de Murcia, de los pimientos de Herbón, de las alubias de Tolosa, yo que después de la sedición de Catalunya recuperé el champán francés para costumbres españolas, que ya ni siquiera tiene uno derecho a recibir educación en castellano en esta nación que existe desde los Reyes Católicos y que ahora Quintana y Carod y hasta Chávez, oiga, quieren poner patas arriba.

Antes esto no pasaba. Antes no existía el País Vasco porque nunca vimos al presidente del País Vasco. Ni había debates en televisión. Total para ver el Libro Blanco y hablar de la guerra de Irak, mejor quedarnos en casa.

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