Paradojas en el paro
La economía sigue creando empleo, pero no compensa el aumento de población activa
De los indicadores que marcan una desaceleración económica, el que más rápidamente muestra un deterioro agudo es el del desempleo. También el que provoca mayor angustia. La evolución del paro registrado en febrero, con un aumento del número de desempleados en casi 53.500 personas, indica con qué rapidez está empeorando la economía, en particular los sectores de la construcción -responsable de más del 30% de los 240.000 parados creados durante los últimos 12 meses- y de los servicios. Está claro que el intenso desfondamiento del boom del ladrillo incide sobre el crecimiento económico y, en consecuencia, sobre el mercado laboral. El grueso de la subida del paro afecta específicamente a los asalariados con rentas muy bajas, en los tajos y en los servicios con mayor volatilidad de los puestos de trabajo.
Sin embargo, la mala evolución del paro requiere de algunas matizaciones necesarias para atajar la atmósfera de desastre inminente que están cultivando el PP y sus analistas afines. La economía española no está destruyendo empleo, como se empecinan en pontificar desde algunos púlpitos interesados en confundir el aumento del paro con la destrucción de puestos de trabajo. En la actualidad, el mercado laboral está creando empleo, aunque es cierto que por debajo del 3% anual que llegó a aumentar en los periodos más brillantes de la prosperidad económica entre 2004 y 2006. Pero la tasa de subida del empleo es hoy insuficiente para cubrir el crecimiento de la población activa, propiciado entre otras cosas por la presión inmigratoria. Es también evidente que la tasa de creación de empleo irá disminuyendo paulatinamente durante este año y en consecuencia seguirá aumentando el paro. Es muy probable que el empeoramiento del mercado de trabajo se prolongue hasta los meses de septiembre u octubre de este año.
Hay que insistir en que el Gobierno elegido a partir de las elecciones del 9 de marzo debe proponer un amplio cuadro de medidas para mitigar la desaceleración económica. Con la advertencia de que, por muy adecuadas y eficaces que sean, no evitarán que la tasa de crecimiento disminuya este año hasta el entorno del 2,5%. Pero sí pueden atenuar la subida del paro. Una de ellas podría ser la de activar el empleo público. Pero sobre todo es el momento de la inversión en obra pública.
La sociedad española necesita una renovación a fondo de infraestructuras sanitarias, educativas y de transporte. La inversión pública ha de desempeñar un papel decisivo en la contención del desempleo. He ahí por qué no pueden decidirse amplias rebajas de impuestos poco meditadas que, si en 1996 o 2004 carecían de efectos nocivos debido a que el crecimiento económico era muy intenso y la recaudación fiscal superaba todas las previsiones, hoy pueden esquilmar las arcas públicas e impedir cualquier programa de reactivación desde la iniciativa pública.
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