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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Por qué votar tapándose la nariz

España no deja de ser un país curioso.

Si opinas que afirmar que "el de nación es un concepto discutido y discutible", como ha hecho quien se presentará como número uno en las listas del PSOE al Congreso, debería de ser inhabilitante para ser presidente del Gobierno de tu nación; si dices que los minipisos, de la políticamente extinta Trujillo, no se configuran precisamente como una solución brillante, o si tratas de argumentar que te sientes modestamente orgulloso de pertenecer a este proyecto común, el más antiguo de Europa, que se llama España... en todos estos casos, serás considerado como un "facha peligroso" por los unos.

Pero si además de todo eso consideras que no emergían, como dijo quien se presentará como número uno en las listas del PP al Congreso, "hilillos de plastilina" del Prestige, si recuerdas que no han sido encontradas armas de destrucción masiva en la misión en la que se nos embarcó desde el trío de las Azores, serás tachado de "sociata beligerante" por los otros.

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Quienes así pensamos y, adicionalmente, consideramos que los nacionalismos localistas y excluyentes se conforman como sanguijuelas que impiden el desarrollo potencial de un país y que, en todo caso, se trata de patologías de las que te vacunas leyendo y de las que te curas viajando, tenemos desde hace unos meses una alternativa a este alienante bipartidismo, profusamente alentado y sostenido por los medios de comunicación dominantes. Explicitar que el voto útil pasa, exclusivamente, por elegir entre lo malo o lo peor, supone una imperdonable afrenta a la inteligencia de aquellos ciudadanos que consideren que hemos sufrido algún tipo de evolución desde nuestra pretérita condición de homo erectus.

Desde mi punto de vista, prestar un primer apoyo a una iniciativa política que cuenta con el aval de personas como Rosa Díez, Mikel Buesa o Fernando Savater supone una opción menos dificultosa en cuanto a su elección, e intelectualmente más aseada, que la de la alternativa bipartidista. Hablamos, y no es un hecho menor, de personas que han puesto en juego sus vidas al servicio de sus convicciones.

En todo caso, y tan sólo es mi opinión, es de agradecer la aparición de este partido en la vida política de este país para que el próximo 9 de marzo no sea estrictamente indispensable acudir ante la urna a votar con una mano sujetando el sufragio elegido y con la otra tapándose la nariz.

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