El uso de protones contra el cáncer se extiende pese a su elevado precio
Valencia tendrá el primer centro español de partículas aceleradas en 2012
Habrá que esperar -hasta 2012, probablemente-, pero España no quedará fuera de la última generación de tratamientos contra el cáncer mediante la emisión de protones. Se trata de un sistema con avances revolucionarios sobre la actual radioterapia: permite mayor profundidad en la destrucción de las células cancerosas y, sobre todo, evita daños en el entorno sano.
Aquellos pacientes con tumores próximos a estructuras vitales muy sensibles -cráneo, nervio óptico, médula espinal...- y sobre todo los niños, cuya especial receptividad a las radiaciones les convierte en grupo de riesgo para cánceres posteriores, son los pacientes idóneos para esta nueva terapia, que se abre paso a pesar de su astronómico coste. Un acelerador de protones cuesta un mínimo de 70 millones de euros. El que se prevé instalar en Valencia se ha presupuestado en 120 millones de euros.
El primer acelerador español de partículas de protones podrá tratar a 2.000 pacientes anuales (aproximadamente el 10% de los cánceres susceptibles de tratamiento con radio).
El haz de protones permite alcanzar una profundidad muy superior a los sistemas convencionales de rayos X, y no bombardea indiscriminadamente las células, según explica el jefe del servicio de Oncología Radioterápica del hospital valenciano de La Fe, Ignacio Petschen, uno de los máximos responsables del proyecto. Por el contrario, los protones llegan a la diana tumoral con tal precisión que no daña los tejidos circundantes.
Petschen acaba de regresar de un congreso en Estados Unidos donde siete multinacionales han presentado la tecnología que desarrolla el uso de la energía nuclear con protones para fines médicos. En EE UU es una tecnología claramente en auge. El surgimiento de un mercado de fabricación de estos equipos permite a este radiólogo augurar un abaratamiento del sistema en pocos años, ya que el elevado coste de esta tecnología es ahora el principal problema.
La financiación del centro pionero en España corre a cargo del Ministerio de Educación y Ciencia, la Generalitat valenciana y fondos de la Unión Europea. Se construirá en el parque científico de la Universidad de Valencia y mantendrá una doble función: la investigación y la terapia. Según el rector de la Universidad, Francisco Tomás, esperan acoger a cerca de 200 investigadores y unos 2.000 enfermos anuales. Los Presupuestos Generales del Estado para 2008 incluyen la partida destinada a esta iniciativa.
Los expertos consultados resaltan que la lucha contra el cáncer camina en dirección de una mayor eficacia a menor riesgo. Y aventuran que la mayor parte de los países más avanzados de la UE contarán antes de cinco años con al menos cuatro aceleradores de protones en sus hospitales de referencia. España, confían, estará entre ellos.
Actualmente existen una veintena de estos tratamientos en centros sanitarios: cinco en EE UU (más otros 12 en proyecto); tres en Francia, dos en Italia, uno en Suiza y otros tres en Alemania, uno de los cuales, el de Múnich, es privado. También cuentan con dos centros de terapia de protones Japón y China. Suráfrica tiene uno.
Un imán para el turismo médico
Los aceleradores de protones se utilizan habitualmente en investigaciones de aplicaciones físicas. Sin embargo, estos aparatos precisan de edificios del tamaño de un campo de fútbol y pesan 22 toneladas. Su elevado precio ha generado una polémica en cuanto a su relación coste-beneficio en medicina.Actualmente en Estados Unidos hay cinco hospitales que emplean esta tecnología, según recogía ayer el periódico The New York Times. El primero de ellos se construyó en el Centro Loma Linda de la Universidad Southern de California. Desde 1990 se han tratado allí cerca de 13.000 pacientes y el éxito obtenido ha abierto una carrera inusitada para la apertura de nuevas instalaciones en distintos puntos del país.Así, han surgido compañías que han mostrado su apoyo para la financiación, construcción y puesta en marcha de centros de protones, e incluso en algunos casos los gobiernos, locales o estatales han visto una oportunidad "para atraer el turismo médico", es decir, el peregrinaje de los pacientes oncológicos y sus familiares en busca de los tratamientos más avanzados.Si en el país norteamericano se trataran sólo 250.000 de los 800.000 nuevos enfermos de cáncer que se registran cada año, se necesitarían al menos un centenar de centros de protones para atender toda la demanda.Uno de los más importantes y costosos proyectos es el de la Universidad de Hampton de Virginia, que curiosamente no tiene ni facultad de medicina ni hospital universitario.La razón de este proyecto, en palabras de su rector, William Harvey, es que el centro puede ayudar a los afroamericanos, que son mayoría en este estado, y que tienen tasas de cáncer superiores a los blancos. "Para esto no se necesita un hospital universitario", dice Harvey.
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