_
_
_
_
Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cocciones de alta precisión

CASA SOLLA, pescados cocinados por un 'chef' audaz en Pontevedra

José Carlos Capel

En el ámbito de la cocina creativa -nadie lo discute-, tan sólo los profesionales con cierta garra consiguen trasmitir algo especial a sus platos. En contra de ciertas opiniones, la facultad de emocionar a los comensales no obliga al empleo de técnicas sofisticadas, sino, a veces, todo lo contrario. De año en año, Pepe Solla, responsable de este emblemático restaurante gallego, demuestra mayor seguridad en sus singulares planteamientos.

Definir su estilo, que se basa en recetas modernas de apenas dos ingredientes, obliga a hablar de una cocina radicalmente minimalista o de un neonaturalismo culinario. Una corriente que está cada vez más en boga, y que cuenta con algunos seguidores en España y bastantes más en Italia. "No me puedo permitir platos complicados", afirma Pepe Solla, "no soy Ferran Adrià ni Martín Berasategui. Mi complejidad reside en la sencillez extrema. Si pruebas mis recetas, te acuerdas de todas". Por asombroso que parezca, la mayoría de ellas, presididas por la delicadeza y una depurada precisión técnica, son dualidades gastronómicas (dos productos bien conjuntados) a los que eventualmente se suma algún que otro aderezo. Genial. ¿Para qué complicar más las cosas si los resultados son espléndidos?

CASA SOLLA

Avenida de Sineiro, 7. San Salvador de Poio (a 2 km de Pontevedra). Teléfono 986 87 28 84. Cierra los domingos por la noche y los lunes. Entre 50 y 80 euros por persona. Menú degustación, 58 euros. Menús exprés, 45 euros. Jurel escabechado con encurtidos, 12,50 euros. Mero con ajo blanco y ajada, 30,50 euros. Costilla de cerdo ibérico con cachelos, 18,50 euros. 'Soufflé' clásico de la casa, 8,50 euros.

Pan ... 8,5

Café ... 7,5

Bodega ... 7,5

Aseos ... 7

Ambiente ... 8

Servicio ... 7

Otros dúos

Nada más simple que su ostra escabechada al minuto (recién abierta con un golpe de espuma de escabeche), en la que la acidez interpretada en versión moderna se convierte en un sutil aromatizante. En otro de sus dúos, gambón rojo cubierto por una piel de tocino ibérico, el crustáceo queda algo disminuido por la suculenta potencia del velo de grasa. Más conseguido resulta el huevo a baja temperatura con dos setas, chantarelas y trompetas (un revuelto sin dar vueltas). O el calamar de potera con un toque de limón, perejil y ajo.

Con los pescados, Solla ratifica su depurado virtuosismo en las cocciones a baja temperatura. Es delicadísimo el lomo de salmonete con un cordón de crema de coliflor y frutos secos, y reconfortante el taco de mero sobre una ligera sopa emulsionada de algas gallegas. Al final, otro plato estrella: las costillas de cerdo ibérico confitadas con cachelos (patatas), especialidad que justifica por sí sola la visita.

Comedor de Casa Solla, en San Salvador de Poio, a dos kilómetros de Pontevedra.
Comedor de Casa Solla, en San Salvador de Poio, a dos kilómetros de Pontevedra.

DE POSTRE, POMPÓN

PEPE SOLLA no es un cocinero de corto recorrido. Le apasiona tocar la guitarra eléctrica, es un devoto del windsurf y, además, un experto sumiller que se proclamó ganador del campeonato gallego en 1994. Y también, un depurado pastelero o cocinero de postres, disciplina en la que se formó después de abandonar sus estudios de empresariales. Su profunda identificación con la precisión a la que obliga el mundo dulce le ha llevado a desarrollar, con exactitud portentosa, una tabla de tiempos de cocción de los pescados en bolsa de vacío a baja temperatura. Según sea el peso y el calibre de cada lomo, aplica minutos y segundos tabulados al milímetro. Es así como consigue cocciones uniformes y texturas únicas.Tampoco son ajenasa su control las cocciones en hornos de vapor, en las que supervisa la temperatura exterior de los pescados y los grados en el corazón de cada pieza. Dominio que explica la refinada sutileza de sus especialidades marinas.Una sensibilidad que hace extensiva a los postres. Como ejemplo, el bodegón de cítricos (flan de fruta de la pasión sobre sopa gelatinosa de pomelo, nube de piel de naranja y pompón de mandarina), que constituye un acontecimiento goloso. En el resto de las tentaciones dulces (torrija al caramelo, chocolate en costra al horno) pervive una muy especial para los nostálgicos, el clásico soufflé (tortilla Alaska), que pone a punto como nadie.También son interesantes sus dos menús, ambos de precio razonable para lo que comportan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_