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Reportaje:Gastronomía

Una nariz electrónica

Rosa Rivas

Se come con los ojos, pero también con el olfato. Si para catar un vino es imprescindible tener buena nariz, también conviene tener un sensor para la carne o el pescado. Pero donde lo natural no alcanza llega la electrónica, como demuestra el invento estadounidense SensorFreshQ. Se trata de un ayudante de cocina que detecta si la carne está fresca o si su estado puede acarrear intoxicaciones o molestias estomacales, sobre todo si se come poco hecha. Antes de proceder con la prueba hay que adaptar la nariz electrónica a su objetivo, ya que tiene distintos dispositivos según se trate de carne de pollo, cerdo o vaca. Para el control de calidad no hace falta tocar la carne; basta con acercar el detector a la pieza guardada en el frigorífico, y en menos de un minuto se obtiene la respuesta. Si el SensorFreshQ muestra color verde es signo de frescura; si el piloto se ilumina de amarillo, aún se puede comer, pero el rojo es signo de alarma. Cuesta 99 euros y se puede encontrar en la tienda virtual PlanetaPluton (www.planetapluton.com). Se comercializa con una garantía de dos años.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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