_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El dragón romántico

En una ciudad tan grande como ésta pasan a diario cosas muy extrañas de las que no nos enteramos. Pero otras salen a la luz. Esta semana, por ejemplo, los vecinos de un edificio en la zona de Las Pirámides creyeron alucinar al ver un dragón de dos metros de longitud en el patio interior de sus viviendas. Luego se descubrió que, efectivamente, era un dragón de Komoro, el más grande de la familia de los varanos, reptiles que pueden llegar a medir cuatro metros. ¿Qué hacía allí aquel bicho? ¿Quién lo sacó a pasear? ¿Se cayó por la ventana? ¿Lo empujaron? ¿Pretendió suicidarse? ¿Mascota? ¿Perversión? ¿Capricho? Un desatino, sin duda.

La capital tiene una deuda secular con los dragones, aunque mucha gente lo ignora. En el escudo de armas de la Villa hay un dragón de oro que, según Pedro de Répide, "es la figura heráldica más antigua que ha tenido Madrid". El oso es un advenedizo o un usurpador. El dragón del escudo tiene orejas de perro, alas de murciélago, cola de serpiente y glándulas mamarias ostentosas. Seguramente fue relegado como emblema de la ciudad por su aspecto tremendo o porque san Jordi, símbolo de Barcelona, venció al dragón y lo tiene sometido a sus pies desde hace siglos. Total, que la bestia fabulosa quizá fue relegada por motivos políticos. Lleva siglos vagando por ahí como una sombra romántica incomprendida. A lo mejor el varano de Las Pirámides tiene algo que ver con esta historia.

Ahora el Ayuntamiento abandona definitivamente la Casa de la Villa y deja allí al dragón.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_