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Reportaje:

900 'chirimbolos' más, y más grandes

Las calles de Madrid tendrán casi 3.000 soportes publicitarios en cuatro años

Pilar Álvarez

Los peatones tienen un obstáculo más que sortear en el suelo. Y en el cielo ponen el grito los arquitectos. Las aceras madrileñas empiezan a recibir más soportes publicitarios -conocidos como chirimbolos-. Son 100, la avanzadilla de las 899 pantallas para anuncios que se instalarán en el centro en cuatro años. Con ellas, la ciudad contará con casi 3.000 chirimbolos. Un conjunto de anuncios, contenedores de pilas y vidrio, paneles informativos y columnas al que el Ayuntamiento llama "mobiliario urbano".

Los nuevos soportes, de hasta ocho metros de ancho por tres de alto, tienen una dimensión superior a la recomendada en la propia normativa municipal. El Consistorio se embolsará 160 millones de euros en una década como canon de explotación. Pero los nuevos chirimbolos nacen con detractores, como ocurrió con la instalación de los primeros allá por 1995, cuando era alcalde José María Álvarez del Manzano.

Las dimensiones de las pantallas superan las recomendadas en la ordenanza municipal

El Ayuntamiento adjudicó la instalación y explotación de los nuevos soportes en noviembre de 2006 a la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Corporación Europea de Mobiliario Urbano, SA (Cemusa), y Clear Channel España. Las empresas quieren tener instaladas 200 pantallas el mes que viene en las zonas "más transitadas y emblemáticas de la ciudad, en emplazamientos privilegiados", según un informe de Clear Channel. En total colocarán, en cuatro años, 500 pantallas de tres metros de alto por dos de ancho. Otras 250 medirán cuatro metros de ancho por uno de alto y 125 tendrán una dimensión de ocho metros de ancho por tres de alto.

Todas estas medidas superan las recomendadas por la Ordenanza General sobre Mobiliario Urbano. La norma establece el límite en 2,50 metros de alto y dos metros cuadrados de superficie. Pero ese tope se aplica "salvo en casos especiales", según reza la ordenanza. Medio Ambiente se aferra a esa salvedad para justificar las dimensiones de las nuevas pantallas. La concesión de la explotación publicitaria se hizo mediante "un plan especial", según indicó una portavoz de la concejalía.

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) considera que los nuevos soportes son invasivos y que provocan un "efecto lamentable" en el paisaje urbano, según su decana, Paloma Sobrini. "Medio Ambiente jamás habría instalado algo así dentro del Retiro, pero no muestra la misma sensibilidad con el patrimonio urbano", asegura. Lo que los arquitectos consideran un tamaño "desproporcionado" se convierte en "notoriedad del soporte" en el eufemístico lenguaje publicitario, un reclamo más para atraer a futuros anunciantes.

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Otro aspecto que ha puesto en pie de guerra al Colegio de Arquitectos es "el afán recaudatorio" que mueve al Ayuntamiento a ampliar el número de soportes publicitarios. Pero el negocio es mucho más redondo para los explotadores del servicio que para el Consistorio. Con los nuevos chirimbolos, el Ayuntamiento se embolsa 16 millones anuales. La UTE comercializa las 200 primeras pantallas por campañas de 14 días a 248.000 euros. En cada soporte pueden anunciarse tres firmas al mismo tiempo en un sistema giratorio. Si vende los espacios publicitarios de esas 200 pantallas durante un año, sumaría 19 millones. En 2002, las concesionarias ingresaron 75 millones, frente a los 10 que ganó el Ayuntamiento. En 2000, fueron cinco millones para las arcas municipales frente a 60 para los empresarios.

Por otra parte, la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) considera más invasivos los chirimbolos antiguos que los nuevos. "Ocupan menos superficie de la vía pública", según el delegado territorial, Manuel Antón.

Uno de los nuevos <i>chirimbolos</i> instalado entre las calles de Velázquez y Diego de León.
Uno de los nuevos chirimbolos instalado entre las calles de Velázquez y Diego de León.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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