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Entrevista:EL RETROVISOR | JOSÉ LUIS GONZÁLEZ / Medallista de plata en los 1.500 metros en Roma 87 | Atletismo | Campeonatos del Mundo

"Los chicos ya no se entregan a un deporte que no da mucho dinero"

En los Campeonatos del Mundo de 1987, en Roma, el atletismo español y José Luís González (8 de diciembre de 1957; Villaluenga de la Sagra, Toledo) consiguieron su primera medalla en pista al aire libre. No podía ser de otra manera. El medio fondo y, sobre todo, los 1500 metros eran lo mejor. Veinte años después, ahí siguen estando nuestras mejores posibilidades y Juan Carlos Higuero, Arturo Casado y Sergio Gallardo estarán presentes en la final de hoy. Británicos, franceses, alemanes, italianos y estadounidenses han desaparecido de los rankings y de las finales de las grandes competiciones y miran con cierta envidia a los españoles, a los que denominan de forma ambigua "africanos de Europa".

"Me notaba cansado. Pero con los primeros síntomas de fatiga hay que acelerar aún más"
"Empezamos sin masajistas y al médico lo veíamos en los viajes de la selección"

"Hoy coges, te veo muy seguro", le dijo aquella mañana del 6 de septiembre, después del desayuno, el veterano capitán de la selección española, José Marín, que ya llevaba algunas medallas importantes colgadas a su cuello. González sonrió, pues sentía una gran seguridad en sí mismo con vistas a la final de esa tarde. Si lo percibía Marín, también lo harían sus rivales en el calentamiento y en la cámara de llamadas, ese lugar que es lo más parecido a un patio de cuadrillas en las plazas de toros minutos antes del paseíllo; donde los grandes se agigantan, te matan con la mirada; donde Ovett, el atleta al que más admiraba, se mostraba relajado, suelto y cariñoso y Auita, muy introvertido, aprovechaba a veces para leer el Corán. Pero no se iba a encontrar con ninguno de los dos, ya que en esos campeonatos se habían ido al 5.000. "Me sentía muy seguro. Me había preparado como nunca y llevaba una temporada extraordinaria. Tan extraordinaria que de 30 carreras disputadas conseguí 22 victorias. Estuve entrenándome en la Academia de la Policía de Ávila en julio. Competí en Londres en la carrera que mas me han pagado en mi vida (2.300.000 pesetas, unos 14.000 euros). Iba a ser un duelo contra Cram, pero éste alegó que se había caído en la bañera y no apareció. Gané. Lo mismo que en Coblenza, donde hice 3m 33s. Después estuve entrenándome en Segovia hasta que viajé a Roma", recuerda González.

Pregunta. ¿Como afrontó su primera gran final?

Respuesta. Tranquilo. Lo mas difícil, que para mí eran las series y la semifinal, lo había superado. Tuve que adaptar mi cuerpo para correr a las diez de la mañana y eso supone levantarse a las seis; y al día siguiente, a cambiar otra vez para correr por la tarde. El día de la final casi todo el tiempo lo pasé con Pupi [Miguel Ángel Álvarez], mi fisioterapeuta, que fue quien mas me ayudó. Yo era un atleta de largo recorrido, pero me rompía con cierta facilidad y tenía miedo a una lesión. Vino Pascua Piqueras, pero no preparamos la carrera. Eso era cosa mía. La carrera más importante de mi vida era sólo para mí. Había gente que reiteraba mis fracasos y eso tenía que acabar. Todo iba muy bien en la temporada. Estaba en unas condiciones inmejorables. Tenía que estar frío, relajado y seguir a Cram. Poniendo, como exigía Percy Ceruty a sus chicos, corazón y nervio. Lo pondría todo, pues era mucho lo que me jugaba. Sólo existía un pequeño problema, que era la comida. Yo odio la pasta y era difícil allí tomar otra cosa. Un capricho que me pudo costar muy caro fue que, antes de abandonar Segovia, me dije que no me iba sin comerme un cochinillo. Maldita la hora. Tuve el cochinillo dando vueltas en mi estómago durante una semana.

P. Había pensado que sería una carrera más rápida. Sobre todo, después de la semifinal, que corrieron en 3m 35,67s curiosamente Bile, Cram y usted.

R. Sí, pensé que tiraría algún africano, pero fue muy lenta. Pasamos el primer 400 en 1m 3,46s y Cram se puso en cabeza. Le seguí y me coloqué el segundo. Iba bien. Hicimos el segundo 400 en un minuto. A falta de una vuelta, se desencadenó la pelea. Cram aceleró de nuevo y Bile me pasó en la curva. Me notaba un poco cansado, pero tenía que seguir porque sabía que tenía otro cambio y que con los primeros síntomas de fatiga hay que acelerar aún más. A falta de 150 metros, Bile pasó a Cram. Yo, también, pero se me había ido el somalí. Es muy difícil ganar a esa gente, a los africanos. Tienen algo diferente. Había perdido la medalla de oro. En ese momento no pensé que tenía la plata, pero estaba satisfecho porque había demostrado que era un gran competidor.

José Luís González era un atleta excepcional. Un elegido. Físicamente, muy fuerte y con mucha calidad. Era elegante y daba gusto verle deslizarse sobre la pista. También era frágil y se rompía con cierta facilidad. Vivía el atletismo. Admiraba a Roger Banister, a Peter Snell, a Herb Elliot, a Jim Ryun... Lo sabía todo sobre ellos y sobre sus entrenadores y sus métodos de trabajo. Arthur Lydiard, Percy Ceruty..., eran como de la familia. También era y es un inconformista, un rebelde, un tipo difícil incluso para sus amigos. Siempre ha querido ir por libre, ser independiente. Y lo es, excepto cuando hace ya algunos años su amigo Colomán Trabado le llevó a hacer campaña a favor del PP y perdió al amigo para siempre y la independencia por unos días. También es un ganador y se ha tomado la vida como si fuese una carrera en la que cada uno, con sus fuerzas y su calidad, se va abriendo camino. Pero nunca ha entendido que la pista y la vida no se parecen en nada. De ahí, que se haya llevado muchos golpes.

Cuando ganó la plata en Roma, tenía 29 años y un reconocimiento internacional. Había ganadado cinco medallas de oro en pista cubierta y derrotado a Sebastián Coe -"un tipo invisible que sólo veías en los minutos previos a las carreras"- en un par de ocasiones, una de ellas en París haciendo una exhibición en la recta final. Tenía el récord del mundo de pista cubierta en 1.500 y fue tercero en la carrera más hermosa de esa distancia, celebrada en Niza, donde Cram y Auita bajaron por primeras vez de 3m 30s. Una carrera que se transmitió en directo en el telediario de las nueve de la noche. Y, sobre todo, por ser lo más valioso para él y para la gente del medio fondo mundial, había corrido la milla en Oslo en 3m 47,79s -todavía es récord de España y 13ª marca mundial-.

Pero tenía clavados en su alma los fracasos en los Mundiales de Helsinki en 1983 y los Juegos Olímpicos de Los Angeles de 1984. Ya no podía fallar: "Si no cogía chapa en Roma, me iban a dar por todos lados". De ahí, que en la sala de prensa y con la medalla colgada de su cuello, quisiera echar a algunos periodistas españoles. Nunca nadie había llegado tan lejos. Ni Maradona, Pelé, Best, Di Maggio, Carl Lewis..., se habían atrevido nunca a pedir a los periodistas que abandonasen su lugar de trabajo. Y, como si nada hubiera pasado, comenzó a responder: "Yo quería oír el himno, pero hay que tener un poco de suerte. En fin, sé que no es la amarilla, que no es el oro, pero compensa".

En Roma, los grandes protagonistas fueron Ben Jonhson, que derrotó a Carl Lewis en los 100 metros batiendo el récord del mundo, marca y medalla que le fueron retirados un año mas tarde, cuando dio positivo en los Juegos de Seúl, y Stefka Kostadinova, que, una vez ganada la medalla de oro en salto de altura, subió el listón a 2,09 metros y, tras superarlo, dejó un récord que nadie ha batido.

P. ¿Cómo ve la final de hoy.

R. Después de lo ocurrido en las semifinales, Higuero habrá aprendido que no se pueden hacer determinadas cosas ni arriesgarse hasta el límite porque en esta ocasión se ha salvado, pero no siempre va a ser así. De todas formas, sigo pensando que es el que más posibilidades tiene de los nuestros. Tiene calidad y ha madurado. Está rápido y con la suficiente experiencia para estar en las medallas, aunque más cerca del bronce que del oro. Pero juega mucho el factor suerte. Casado y Gallardo son muy parecidos, aunque Casado con más determinación. La verdad, no les veo para el podio. O tiran los españoles o la carrera será lenta y, por lo tanto, mala para los nuestros. Las medallas se las jugarán con Lagat, Ramzi, Mansoor,Webb y Boukensa. De todas formas, estamos en el nivel más bajo de los últimos años.

P. ¿Por qué ya no hay británicos, norteamericanos, alemanes...

R. Hay tres factores: tradición, nivel de vida y clima. Llegar a lo máximo requiere grandes sacrificios. Diez años de trabajo, horas y horas de entrenamiento... Y en esos países los chicos no quieren ni están dispuestos a entregar esos años a un deporte que no da mucho dinero. En España, estamos cerca de eso, sólo que aquí queda el glamour por esta prueba y todavía engancha, pero el futuro está en los emigrantes.

P. Cuando Abascal y usted se retiraron, llegaron Cacho y Estévez. ¿Cómo les calificaría?

R. Estévez, el de más calidad. Cacho, el que mejores resultados ha obtenido. Sólo cabe la admiración por un campeón olímpico. El mejor de ahora es Higuero. De todas formas, es una pena que, con medios y dinero, no salga más gente. Nosotros nos entrenábamos una vez al día. Cuando yo empecé a hacerlo mañana y tarde, tenía ya 25 años. No sabíamos nada de analítica. Cuando corrías mal, pensabas que era natural que unos días fueras bien y otros no. Empezamos sin tener fisioterapeutas ni masajistas y al médico lo veíamos en los viajes de la selección.

Nunca ha dejado de vivir en su ambiente. En la toledana zona de la Sagra, donde nació. Entre Toledo y Madrid. Esa equidistancia y su carácter ha hecho que no se sienta valorado en Toledo, donde nunca tuvo un sitio en instituciones ni organismos deportivos, ni en Madrid. Pero se gana la vida como comentarista de TVE.

José Luis González festeja su segundo puesto en la final de Roma 87.
José Luis González festeja su segundo puesto en la final de Roma 87.MANUEL ESCALERA

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