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Análisis:TEATRO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Declaración de intenciones

Discreta, sin grandes presunciones ni fuegos de artificio, la programación en el apartado de teatro del argentino Ricardo Szwarcer en su primer Grec como director ha ido curiosamente mejorando a lo largo del festival. Y no es que los últimos montajes presentados sean mejores que los primeros, nada que ver, sino que con su talante afable, Szwarcer ha conseguido hacerse un hueco en esta Barcelona desconfiada que le recibió con escepticismo -me incluyo, sí- y duras críticas; ganarse el aprecio de la profesión -quienes estaban detrás de la ofensiva editorial que la publicación Entreacte le dedicó han sido a su vez duramente criticados-, y, gracias a las sorpresas que nos han deparado algunos espectáculos, lo cierto es que vista en perspectiva y desde el otro lado, el del final, la apuesta de este verano nos deja con buenos recuerdos y la corazonada de que el Grec, teatralmente, va bien encarrilado. Szwarcer se ha paseado elegante y sonriente por todos los rincones del festival, ha hablado con unos y con otros, ha ido tomando el pulso a la recelosa comunidad escénica catalana sin inmutarse en lo que ha sido una primera edición de transición y cabe esperar que en la próxima pueda asumir los riesgos que no ha podido permitirse en ésta.

Dos de los mejores montajes, lo que son las cosas, están directamente relacionados con la insinuación de amiguismo que relacionó a Szwarcer con "los dos máximos responsables del Teatre Lliure" (editorial de Entreacte): 2666 de Bolaño visto por Àlex Rigola y La famiglia dell'antiquario, el Goldoni con el que Lluís Pasqual ha vuelto a situarse donde le toca, que es en lo alto.

Pero ha habido más: Long life del Nuevo Teatro de Riga, tronchante y turbador por igual; Los Copi(s) y Eva Perón de Théâtre des Lucioles con Marcial Di Fonzo Bo y Ángel Pavlovsky, estupendos ambos; el Fairy de Carme Portaceli, que espero haga temporada, y Gaivota, interesantísima versión brasileña de clásico de Chéjov. A falta del último estreno del festival, la Fedra de José Carlos Plaza, y de algunos que se han quedado en el tintero, los montajes citados forman una buena declaración de intenciones.

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