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Reportaje:Elecciones 27M

"Es duro, pero soy feliz atendiéndola"

"El día a día es duro, durísimo a veces, pero soy feliz atendiéndola", dice Olegario Gómez, de 77 años, sobre su esposa, María Luisa González, de la misma edad y quien sufre una demencia desde hace un lustro que le invalida por completo física y mentalmente. Ha oído hablar de la ley de Dependencia -"algo bueno saldrá de ahí"-, pero por ahora se muestra más bien escéptico con los resultados: "Todavía no han hecho más que publicar la ley, como quien dice".

Lo que más le ha costado asumir a Olegario es que la demencia de su mujer no se debe a un proceso degenerativo irremisible, sino que, según él, la causa está en un tratamiento médico. "Estuvo con depresión unos años y no reaccionaba con la medicación. Le dieron unas descargas eléctricas, dos sesiones. Le llevaron al psiquiátrico a finales de marzo de hace cinco años y en junio ya no tenía memoria. Hay demencias generativas, pero en este caso yo creo que le dañaron el cerebro", explica con pesar.

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"No tiene capacidad de razonar, pero creo que me entiende cuando le hablo. Al principio fue durísimo. Estoy solo. Tengo dos hijos, pero ya están casados y tienen su vida. Lo pasé fatal, pero un buen día pensé que no había más remedio que afrontar el problema tal y como venía, seguir adelante y punto. Eso es lo que he hecho y así lo llevo, unos días mejor que otros", se arranca.

Él lleva a su esposa a un centro de día de la Diputación de Álava desde las diez y media de la mañana hasta las siete de la tarde. Ése es su respiro. De lo contrario, ahora estaría "desquiciado". Su día a día consiste en levantar a su esposa de la cama por la mañana, asearla, ducharlas dos veces a la semana y darle el desayuno. "Intento que haga algo, pero no puede. Antes iba andando al centro de día, pero desde hace dos meses le cuesta mucho y va en silla de ruedas hasta el autobús. Cuando regresa por la tarde, le doy de cenar y le acuesto. Es una inválida física y mental, dependiente por completo". Hace dos meses le operaron de desprendimiento de retina y ha perdido por completo la visión de un ojo. "Por el otro sufre cataratas, lo que complica todo aún más", añade.

Sin embargo, los 45 años de matrimonio que ya han compartido parece que les han hecho inmunes a estos padecimientos. "Me podía haber hundido, pero sigo con ella porque quiero atenderla y cuidarla. Le quiero y eso no lo va a cambiar ninguna demencia. ¿Abandonar? Nunca, no sería feliz. Aunque para mí es una carga enorme, soy más feliz atendiéndola en lo que puedo".

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Olegario agradece "enormemente" el trabajo desarrollado por el centro de día donde va su mujer, pero le gustaría que la Diputación lo abriese también los sábados y los días festivos. "Hace un año que nos lo planteó en una encuesta. Creo que todos lo apoyamos, pero aún no tenemos noticias. Hay veces que vienen cuatro o cinco días de fiesta seguidos y la situación se hace muy complicada. Esto mina la salud y la moral. Sería de una gran ayuda para mi", concluye.

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