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Locura desbordada

El Getafe vivió ayer la más histórica de sus noches. La sorpresa estalló en mitad de un ambiente que nunca antes había vivido el Coliseum Alfonso Pérez, que ya tiene su cita para la historia.

Antes del partido las calles eran ríos de gente, que se mostraban dispuestas a vivir una gesta en la que pocos creían. Durante la víspera del partido, los mensajes de apoyo de la afición empapelaron el vestuario dirigido por Schuster. Fue una premonición.

La visión azulona se encargó de plasmarla el capitán, Vivar Dorado. En justo premio a su partido su gol culminó la remontada. La afición enloqueció. Las gradas se convirtieron en una marea azul de bufandas ondeando al viento. "Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid", gritaban los hinchas. El cuarto gol de Güiza fue la confirmación de que lo que se estaba viviendo no era un bonito sueño. Era una realidad. La de un equipo que por primera vez en su historia se ha clasificado para una final de la Copa y para la UEFA. Era el momento de desatar las emociones, nadie podía contenerse ya. En la celebración de su gol a Güiza no le quedaban fuerzas para retener las lágrimas. Más que Güiza parecía Tardelli celebrando el gol de la victoria en un Mundial.

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