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Entrevista:BRUNO TROUBLÉ | Fundador de la Copa Louis Vuitton | Vela | Copa del América

"La Copa es más que deporte, es una leyenda viviente"

Juan Morenilla

Elegantemente vestido, con su reloj de Louis Vuitton siempre visible, Bruno Troublé (Versalles, 1945) es una de las leyendas vivas de la Copa del América. Patrón de dos sindicatos franceses, en 1977 y 1983, fundó hace un cuarto de siglo la Copa Louis Vuitton, clasificatoria para la del América.

Pregunta. ¿Quién era Vuitton?

Respuesta. Un hombre que hacía equipajes para el emperador Napoleón III. Luego instaló su empresa en París y cambió el estilo de viajar, inventó equipajes no rígidos y fue el primero que ideó los maleteros para viajar en barcos y coches. Fue un revolucionario.

P. ¿Cómo se le ocurrió a usted la idea de crear la Copa?

R. Yo era el patrón de un barco francés, uno de los desafiantes del campeón. Cada edición debíamos pagarnos la competición de nuestro bolsillo. '¿Por qué no buscamos un patrocinador?', propuse. Pensé en Vuitton porque él había nacido en 1854, tres años después de la primera edición de la Copa, y porque había muchas cosas en común entre la marca y la competición. Les llamé y a las dos horas me dijeron que sí.

"La diferencia la ponen las tripulaciones. Esto no es la fórmula 1, en la que gana el mejor motor"
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P. ¿Qué relación tiene la marca con la vela?

R. Vuitton no es un patrocinador de deportes. No está en el fútbol ni en el ciclismo. La Copa del América no es deporte, es mucho más. En su historia, muchos navegantes eran los mejores clientes de Vuitton. La marca ha utilizado también materiales que se usan en la Copa, como el kevlar y el carbono. A Vuitton le interesa mucho que la Copa no sea sólo historia, sino también tecnología; es histórica y contemporánea a la vez.

P. ¿Por qué es especial la Copa del América?

R. Es una leyenda viviente, un evento con raíces en la historia. Es mucho más que deporte por las personalidades que hay, el dinero que mueve, el orgullo nacional de lucha entre países... Hay muchas personas ricas en la Copa, pero no se trata sólo de dinero. Dennis Conner y Peter Blake no tenían dinero, pero sí un gran carácter. La Copa es una mujer mayor, de 156 años, pero yo sigo enamorado de ella.

P. ¿Cómo empezó a relacionarse con la vela?

R. Normalmente, todos los regatistas son británicos y yo soy de París. Mis padres iban de vacaciones en un velero y empecé a navegar con ellos cuando ni caminaba ni hablaba. Lo primero que recuerdo es que con cuatro años iba en una canoa y, de repente, me encontré en mitad del mar, a 10 kilómetros de tierra, porque el viento me había empujado. Ni veía la orilla. Mi familia estaba preocupadísima.

P. ¿La vela es pa-ra usted placer o negocio?

R. La vela, para mí, es libertad. No hay semáforos en rojo ni policías. Estás solo en el mar y puedes hacer lo que quieras. Cuando estás a 20 kilómetros de tierra, te encuentras en un lugar en el que nada ha cambiado desde hace millones de años. No hay ningún sitio en el mundo en el que puedas sentirte así, tener la sensación de estar donde nada ha cambiado. Quizás sólo en el desierto. Ahí, en medio del mar, no ha pasado el tiempo, no hay señales de la era moderna. En tierra, cualquier sitio ha cambiado. En el mar, todo sigue igual. Navegar es la pasión de mi vida y nunca tengo la sensación de estar trabajando. Yo era abogado en París y cambié toda mi vida por la vela.

P. ¿No le atrae la Vuelta al Mundo?

R. Es muy distinta. Hay riesgo y emoción, pero le falta historia.

P. ¿Cómo ve la competición? ¿Puede alguien desafiar al Alinghi?

R. Ya está en la final, así que en teoría tiene el 50% de posibilidades de ganar. Para mí, el porcentaje sube al 60% y los otros 11 equipos se reparten el resto. Aun así, veremos regatas muy reñidas. La igualdad es tremenda. Esta categoría de barcos se creó hace 14 años y ahora el trabajo de los diseñadores consiste en ponerlos a punto. La diferencia la pondrá la calidad de las tripulaciones antes que los barcos. Esto no es como la fórmula 1, en la que gana el coche con el mejor motor. Es una situación ideal, un sueño.

P. Esta edición cuenta con un mercado global, desde África hasta China.

R. Para los chinos, el tiempo no es nada. Hay sólo 600 personas que navegan en China en competiciones, pero en el último Mundial de optimist [embarcación para niños] el campeón fue un chino entre 80 nacionalidades. En cualquier deporte hay chinos. Están creciendo muy rápidamente para preparase para Pekín 2008. La Copa del América es para ellos el símbolo del capitalismo y del éxito de Occidente en los últimos 150 años. Quieren conseguirlo como sea, quieren el símbolo. Ganar la Copa es llegar a la meta. Suráfrica es un país muy moderno, muy parecido a Europa, pero no creo que hagan el mismo progreso que China.

P. ¿El futuro de la competición?

R. Si gana el Desafío, la Copa se quedará aquí. Si gana el Alinghi, lo mejor sería que siguiera disputándose en España, pero no estoy seguro de que elijan eso. Todos estamos encantados en Valencia.

Bruno Troublé, en el edificio Veles e Vents.
Bruno Troublé, en el edificio Veles e Vents.T. CASTRO

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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