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Entrevista:CARMEN MAURA | Actriz

"Me encanta la sensación de ser negocio"

Carmen Maura (Madrid, 1945) recibió el sábado el Premio Málaga, el mayor galardón honorífico del festival de cine español de la capital de la Costa del Sol y presentó su última película, El menor de los males, dirigida por Antonio Hernández y en la que interpreta a la inocente hermana de un político chantajeado por su amante. Para desesperación de sus colaboradores, la protagonista de cintas como La ley del deseo, ¡Ay, Carmela! o La Comunidad, atiende a los periodistas como si no hubiese relojes y, consciente de ello o no, convierte el encuentro en una especie de representación privada, en la que ofrece respuestas sorprendentes incluso a las preguntas más obvias.

Pregunta. A estas alturas de su carrera ¿Qué significa recibir el Premio Málaga?

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Respuesta. Me da un poco de apuro. Ser actriz no me cuesta mucho trabajo, pero como persona soy un poquito tímida y cuando me dan premios u homenajes me cuesta reconocerme. Si me hicieran un homenaje por estar viva después de todo lo que me ha pasado en la vida, o por tener sentido del humor y no tener que ir veinte mil veces al psicólogo, lo entendería más.

P. ¿Cómo consigue resultar natural en papeles que mezclan comedia y drama muchas veces en la misma escena?

R. Siempre he tenido mucha facilidad. Quizá mi único método sea tomármelo en serio y estudiar el papel y la historia al pie de la letra. Yo me río y me divierto mucho en los rodajes, pero me parece que se le da demasiada poca importancia a estudiarse el guión. Cuando lo traes dominado de casa puedes decir cada frase de la manera que te pidan: sentada, de pie, riendo, llorando, corriendo... Para mí interpretar es un misterio que pasa sin que yo lo controle. De hecho, cuando estoy interpretando, me refiero a mí misma como "Ella".

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P. ¿En qué escenas se siente menos cómoda?

R. Me cuestan más trabajo las escenas violentas. No me hace mucha gracia que me peguen o tener que pegar a alguien. O cuando me subieron al tejado en La Comunidad, porque tengo vértigo. Y cuando me ponen a conducir: ahí no interpreto ni nada, simplemente estoy cabreada y pensando cuándo acabará la escena.

P. ¿Cómo ha cambiado el cine español desde que empezó en 1970 con El hombre oculto, de Alfonso Ungría?

R. El respeto con que nos reciben ahora no tiene color comparado con hace 20 años. La prueba es tener a dos intérpretes como Javier Bardem y Penélope Cruz nominados a los Oscar. Además, ahora ser actor es más chic. Antes, en la mayoría de las familias que un hijo o hija dijera que se quería dedicar a esto sentaba como un escupitajo.

P. De hecho, usted tuvo que enfrentarse a sus padres y a su marido para ser actriz.

R. Empecé con 25 años, con un hijo y otro en camino. Estaba en un grupo de semiaficionados del Ateneo de Madrid pero no se me pasaba por la cabeza ser profesional. La persona más responsable de ello fue el crítico de Abc Alfredo Marquerie, que tras una función me cogió por las escaleras y me echó casi una bronca por no hacerme profesional. Si mi familia me lo hubiera puesto fácil a lo mejor yo no me habría puesto tan pesada, pero era la primera vez en mi vida que tenía que luchar por algo que quería.

P. ¿Y después?

R. Cada vez empecé a tomar más amor a mi trabajo. Sentía que no era una ama de casa perfecta, ni una madre ideal, ni una persona que en las cosas de sociedad fuese brillante, y sin embargo, me subía al escenario y me daba cuenta que tenia una facilidad para interpretar.

P. Si tuviera que salvar uno de los papeles que ha hecho en

estos 30 años ¿cuál sería?

R. ¿Sólo uno?

P. Bueno, dos

R. Tengo tres de los que no puedo prescindir. Son los de La ley del deseo, ¡Ay, Carmela! y La Comunidad. Además de haber gustado mucho, han dado mucho dinero en taquilla, que es algo que me gusta mucho. Que mis personajes den dinero en taquilla me chifla. Me encantaba lo de Lina Morgan, cuando iban autobuses enteros a verla desde los pueblos. Si me das a elegir entre que se llene el cine todos los días y tener buenas críticas, elijo el dinero. La sensación de ser negocio me encanta. Lo mismo me pasa cuando he hecho publicidad.

P. ¿Como espectadora de cine en qué película se ha dicho: "este personaje lo bordaría yo"?

R. La última vez que me ha pasado esto fue con el papel de Meryl Streep en El diablo se viste de Prada. Esas pausas exactas, esa manera de entrar en la oficina, esa forma de tratar a la secretaría... Otra película que me dio envidia y en la que también habría hecho un buen papel, aunque ella lo hizo genial, es La madre asesina de Kathleen Turner.,

P. ¿Se le pasa por la cabeza la retirada?

R. No quiero morir en el escenario ni hacer ningún numerito que me provoque un infarto en pleno rodaje, pero probablemente seguiré trabajando porque es de las cosas que más me divierte. Además, como no estoy aquí por la cosa de ser guapa, pues tengo la ventaja que puedo trabajar de abuelita. Además de que llegará un momento en el que abuelita sin operar no habrá más que dos. Así que las abuelitas de pueblos nos van a tocar todas a Verónica Forqué y a mí, que no nos pensamos operar nunca.

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