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Un trabajador marroquí muere al ceder una zanja en una obra de Poblenou

Jesús García Bueno

Un nuevo accidente laboral volvió a teñir ayer de luto el barrio de Poblenou de Barcelona. Ahmed Ben El Alid, un joven obrero marroquí de 22 años, murió después de que se viniera abajo la pared de una zanja en la que estaba trabajando junto a su compatriota Mustafá Dadda, de 34, que resultó herido leve. El accidente ocurrió en la calle de Llull poco antes de las nueve de la mañana, cuando el terreno cedió y se echó encima de los dos obreros.

Las distintas versiones coincidieron en que la zanja -de 3 metros de profundidad y 1,5 metros de ancho- se había abierto bajo terreno sólido y se había ido asegurando progresivamente con soportes laterales. Al llegar a la zona del accidente, la excavadora topó con un terreno arenoso y, por tanto, más frágil. "Es muy difícil prever un cambio súbito en el tipo de material del suelo", admitió Rubén Pérez, técnico de UGT.

Ahmed, el fallecido, quedó atrapado por una gran cantidad de material. La arena le cubrió hasta el pecho, según diversos testigos. Los trabajadores de las pequeñas empresas cercanas acudieron enseguida en su ayuda. "Tenía medio cuerpo enterrado y le pude sacar con la escalera", explicó José, operario de una firma que fabrica vidrios para las gafas. "Cuando lo hemos sacado estaba vivo, aunque sangraba por la boca y las orejas", relató su compañero Lluís Ferrer.

Los testigos del accidente aseguraron que la ambulancia tardó más de 20 minutos en llegar a la calle de Llull desde que avisaron al 112, un tiempo que juzgaron "excesivo". Fuentes del 061 replicaron que tardó 16 minutos. En cualquier caso, los equipos de emergencia trataron de reanimar al joven marroquí, pero sin éxito.

De acuerdo con la versión de los sindicatos, lo más probable es que Ahmed muriera como consecuencia de un golpe en la cabeza, y no ahogado por el peso de la pared. "La tierra no les atrapó; les llegó hasta las rodillas. El fallecido debió de darse un golpe contra la otra pared al caer", apuntó Pérez como hipótesis provisional.

"No vimos nada raro"

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Esta versión contrasta con la que ayer mismo ofreció el obrero herido. Hacia las 18.00 horas, Mustafá abandonaba las urgencias del hospital del Mar y esperaba a que se presentasen los responsables de la empresa para la que trabaja, Hod Coch, SL. Esta firma había sido subcontratada para realizar las obras de la calle de Llull por la unión temporal de empresas (UTE) constructoras integrada por las Six Construcciones y Emcofa. La zanja debía servir para instalar un tubo de recogida neumática de basuras, y los trabajadores marroquíes se dedicaban al entibamiento de las paredes; o sea, precisamente a reforzar la estructura para evitar su hundimiento.

A Mustafá le concedieron pronto el alta porque sólo había sufrido contusiones leves en el hombro y en el costado izquierdo. Visiblemente cansado (no había comido en todo el día) y con los pantalones vaqueros llenos de barro, el operario relató con amargura lo que había vivido unas horas antes: "A mí sólo me alcanzó la tierra un poco, pero a Ahmed le cubrió hasta el pecho y no le dejó respirar. Por eso empezó a vomitar sangre y murió". Mustafá no supo concretar por qué se aproximaron tanto a la excavadora: "No vimos nada raro. Sólo avanzamos".

Los sindicatos denunciaron que en el momento del accidente no había ningún oficial supervisando a los dos peones marroquíes. UGT y CC OO también denunciaron que los refuerzos laterales habrían podido ser más consistentes. "Las medidas de seguridad eran insuficientes", sentenció Alfred Bienzobas, de Comisiones.

Aun así, ambos sindicatos admiten que el accidente poco tiene que ver con el que se produjo, también en el distrito tecnológico 22@, el pasado mes de julio. En aquel siniestro, plagado de irregularidades, murieron cinco obreros cuando se derrumbó un muro de contención que ni siquiera estaba apuntalado.

Inspección de Trabajo ya ha abierto una investigación para aclarar lo sucedido y ha paralizado las obras de urbanización en ese tramo de la calle de Llull.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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