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JUEGOS

La alemana Ailin Grael, primera millonaria real gracias a 'SL'

Anshe Chung es la primera millonaria de Second Life. Se trata de un avatar controlado por la profesora de primaria alemana de origen chino Ailin Graef.

Hace dos años y medio Ailin comenzó su andadura en SL con nueve dólares. Ahora es propietaria de un imperio de 36 kilómetros cuadrados, que ha alcanzado un valor superior al millón de dólares a base de comprar terreno y alquilarlo o revenderlo. La codicia, como en la vida misma, es uno de los grandes motores de este universo paralelo.

Graef y su marido, que actúa como director ejecutivo, han abierto una compañía real en la ciudad de Wuhan (China), donde emplean a 25 trabajadores para gestionar las distintas islas y variopintos negocios (virtuales) que regentan dentro del invento de los Linden.

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El matrimonio comenzó creando islas temáticas para dar cabida a los caprichos de quienes querían ver únicamente construcciones victorianas, góticas o asiáticas muy recargadas en detalle, por lo que requerían servidores exclusivos. En este sentido se puede hacer un paralelismo con los sitios web. Cada isla virtual requiere de un servidor físico que la aloje, y comprar una isla es como contratar el hospedaje en un servidor exclusivo de un proveedor de Internet.

Anshe Chung amplió sus horizontes y posteriormente se abrió al mundo de las comunidades, creando espacios de reunión para las personas de habla francesa o las de orientación homosexual. Finalmente, su expansión les ha llevado a poseer todo tipo de negocios.

Se incentiva el negocio

A diferencia de lo que sucede en World of Warcraft y otros juegos masivos en red, en SL no sólo no está penado comerciar, tanto dentro del propio juego como en subastas vía web en sitios como eBay, sino que se incentiva como justificación para animar al jugador a entrar en una rueda que además de entretenerle puede resultarle beneficiosa desde un punto de vista crematístico.

La proliferación de los negocios reales en los videojuegos en Internet ha despertado la curiosidad de la comisión de Economía y Hacienda del Senado norteamericano, que hace poco creó una comisión para entender el negocio y, a la vez, comprobar si estos nuevos millonarios pagaban impuestos reales de sus beneficios, también reales.

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