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Miles de soldados libran la batalla contra el 'narco' en Michoacán

La decisión del Gobierno de México de enviar al Ejército para combatir el crimen organizado desata opiniones encontradas

Javier Morales Gómez, 28 años, cantante del grupo musical Los Implacables del Norte, hablaba por su teléfono móvil cuando fue acribillado a balazos por cuatro individuos. Ocurrió el miércoles por la noche en plena calle del municipio de Huetamo, en el Estado mexicano de Michoacán. Los agresores emplearon fusiles de asalto AK-47, el arma preferida de los sicarios del narcotráfico. La víctima gozaba de gran popularidad en la región de Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero, y en Tejas (Estados Unidos). Había intervenido en el rodaje de la película El bronco de tierra caliente, de Josué Guadalupe, en la que irónicamente muere ejecutado y quemado. Morales Gómez es el tercer cantante mexicano asesinado desde agosto por el crimen organizado.

Trece municipios de Tierra Caliente de Michoacán constituyen el foco del amplio despliegue de fuerzas militares y policiales iniciado esta semana para combatir el crimen organizado. Se trata de una zona de población dispersa y marginada. Uno de los municipios, Aquila, es el más pobre del Estado. La principal actividad económica de la zona es la agricultura y, en menor medida, la ganadería, comercio y turismo.

La Operación Conjunta Michoacán ha movilizado a unos 7.000 efectivos del Ejército, Marina y distintos cuerpos policiales en una guerra que el presidente, Felipe Calderón, pronostica larga y difícil. La nueva estrategia del Gobierno entrante compromete más que nunca al Ejército en el combate al narcotráfico. A los 5.000 militares enviados a Michoacán hay que añadir 10.000 soldados y marinos que han sido transferidos a la Policía Federal.

Es una apuesta arriesgada que ha generado opiniones encontradas. El gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), critica la implicación en la lucha contra el narcotráfico que, en su opinión, corresponde a las fuerzas policiales.

En Michoacán, el criterio de los expertos consultados es que los cuerpos de policía, tanto estatales como federales, no son fiables porque están infiltrados. "No tenemos muchas opciones para atacar el fenómeno del narcotráfico", advierte una fuente desde el anonimato. "Se requiere una depuración a fondo de las corporaciones policiales". Mal entrenados y armados y pésimamente remunerados, los agentes son fácilmente corrompibles. La desigualdad de fuerzas y la penetración del crimen organizado en los cuerpos policiales han decidido al presidente Calderón a aprobar el empleo del Ejército. El riesgo de que la corrupción afecte las estructuras militares existe, reconocen los especialistas, pero no hay otra alternativa. "Si esto fracasa, fracasa todo", advierten.

Carreteras y caminos michoacanos y accesos de las ciudades y localidades están bajo la vigilancia de las fuerzas conjuntas, apoyadas desde el aire por helicópteros. La población observa las operaciones con escepticismo. "Mucho ruido y pocas nueces", comenta un funcionario del Gobierno estatal en Morelia. "Si no se hubiera anunciado a bombo y platillo, sería más efectivo". Los narcotraficantes han tenido tiempo para prepararse.

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El balance de la primera semana no permite lanzar las campanas al vuelo. Una veintena de detenidos, un muerto, algunas armas, munición y droga incautados. Y poco más. "Hay que atacar casas de seguridad y de cabecillas importantes", reclama un especialista en asuntos policiales. "Los servicios de inteligencia del Estado mexicano deberían tener los elementos y la información pertinente para atacar estos lugares". Los responsables de la Operación Conjunta Michoacán insisten en que el objetivo número uno del enorme despliegue de efectivos es la reconquista del territorio ocupado por el narcotráfico, que se ha apoderado de calles y localidades gracias al aumento del consumo de droga.

El narcomenudeo o venta en pequeña escala conlleva una lucha por el control de la calle. En muchas zonas del país, no sólo en Michoacán, comerciantes y vecinos optan por ponerse de acuerdo con los dueños de la calle a cambio de protección. "El crimen organizado deja de ser sólo crimen organizado y empezamos a tener un cuadro de sociedad no criminal protegida por el crimen", dijo el escritor Héctor Aguilar Camín en el Foro Iberoamérica, celebrado recientemente en la capital.

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