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La desaparición de un dictador

El Ejército chileno expulsa al nieto de Pinochet por ensalzar el golpe de 1973

La presidenta Bachelet calificó de "gravísima" la falta del capitán Augusto Pinochet Molina

Jorge Marirrodriga

El Ejército de Chile resolvió anoche expulsar al capitán Augusto Pinochet Molina, nieto del dictador, porque durante el funeral y vestido de uniforme reivindicó el golpe de Estado de 1973 y arremetió contra jueces y adversarios políticos. La actitud del oficial provocó un fuerte malestar en el Gobierno de Chile y en la jefatura de las Fuerzas Armadas. La presidenta, Michelle Bachelet, saliéndose de la estrategia de ignorar los funerales al dictador, calificó de "falta gravísima" las palabras de Pinochet Molina, dando a entender al Ejército que debía tomar una medida disciplinaria acorde a esa falta.

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El capitán Pinochet, de 34 años, perteneciente al arma de ingenieros, no estaba en la lista de familiares y amigos que debían hablar una vez finalizada la misa, justo antes de que el Ejército le rindiera el último homenaje. Sin embargo, tomó la palabra en tercer lugar y describió a su abuelo como "un hombre que derrotó en plena Guerra Fría al modelo marxista que pretendía imponer su modelo totalitario, no mediante el voto, sino más derechamente por el medio armado".

Los presentes le interrumpieron con una fuerte ovación que se repitió cuando aseguró que los "enemigos políticos" se "abalanzaron" sobre él durante su vejez, y acusó a la justicia chilena de "vejar" a la esposa del dictador, Lucía Hiriart. "Jueces", añadió, "que buscaban más el renombre que la justicia".

Las reacciones no se hicieron esperar. Pese a que se trataba de un homenaje del Ejército a Pinochet, éste había sido ordenado por el Gobierno, dado que el dictador fue comandante en jefe de las Fuerzas Armadas durante ocho años de la restauración democrática, concretamente entre 1990 y 1998. Por eso mismo, frente al ataúd se encontraba -aguantando pitidos, insultos y algún conato de agresión- la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, también hija de militar.

Blanlot destacó ayer que era una ceremonia oficial donde la familia no podía decir quién asiste y quién no. "Si hubieran querido un funeral privado no hubiera podido ser en un recinto militar", añadió. El único uniformado que tenía previsto tomar la palabra, porque así lo dispone el reglamento, era el general Óscar Izurieta, que en su discurso defendió los derechos humanos, siendo silbado por los presentes.

"Un oficial, saltándose la línea de mando, sin autorización para hablar, irrumpió expresando opiniones políticas en contra de un poder del Estado y de sectores de la sociedad civil. Esto constituye una falta gravísima", subrayó ayer Bachelet, quien no podía ocultar su enojo. Anoche estaba previsto que la presidenta de Chile acudiera precisamente al escenario del homenaje a Pinochet, la Escuela Militar, para una ceremonia de entrega de despachos a oficiales. "Estamos seguros de que el Ejército sabrá hacer lo que corresponde", añadió la mandataria. Ayer por la mañana, se filtró que la presidenta podría suspender su asistencia a la Escuela Militar en el caso de que los mandos castrenses tardaran en tomar medidas.

El Ejército chileno primero emitió un comunicado en el que aseguró que en la ceremonia no estaba previsto que tomara la palabra el capitán Pinochet, y que sus palabras "no representan la doctrina ni la opinión oficial del Ejército". El texto finalizaba subrayando que "el oficial cometió una falta gravísima a la disciplina y se van a adoptar las medidas disciplinarias que el caso amerita". Horas más tarde, el Ejército confirmó que la falta cometida por el nieto del dictador, que está destinado en la Dirección de Informática del Ejército, le había acarreado la expulsión inmediata de sus filas.

El Gobierno optó porque fuera la justicia militar la que, de acuerdo con su reglamento interno, adoptase la sanción. Aun así el ministro portavoz del Gobierno, Ricardo Lagos-Weber, quiso recalcar ayer que estas medidas no suponen ningún tipo de "venganza" contra la familia Pinochet ni contra sus simpatizantes por las opiniones vertidas en público durante el funeral.

Ahora habrá que ver si el joven militar se lanza a una carrera política como heredero de su abuelo aprovechando la explosión de popularidad que le han brindado sus declaraciones. [Ayer mismo, Augusto Pinochet Hiriart, hijo del dictador y padre del capitán, declaró que su hijo había decidido, el pasado lunes, pedir su baja del Ejército. Fuentes castrenses aseguraron ayer a la agencia Efe que la institución no había recibido ninguna solicitud del capitán Pinochet Molina].

Hubo otros dos detalles simbólicos importantes en el homenaje a Pinochet que tampoco estaban previstos en el protocolo, pero que el Gobierno chileno ha decidido pasar por alto. El primero es que sobre el ataúd del dictador fue colocada, en presencia de la ministra de Defensa y del jefe del Ejército, la banda presidencial que tuvo Pinochet y que Patricio Aylwin, primer presidente de la democracia restaurada, no quiso aceptar en su jura en 1990, encargando una nueva. El segundo es que entre las unidades que rindieron honores estaba la guardia presidencial.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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