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Reportaje:

'Sarmale' y palmas para recordar la tierra

Miles de personas se dieron cita en Alcalá de Henares para celebrar la fiesta nacional de Rumanía, ajenas a la bronca política

Castillos hinchables, coros y danzas, humoristas, cantantes tradicionales y de moda... Y sentimiento, mucho sentimiento. Todo rumano. La política se quedó ayer en casa. Los fastos organizados por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares para celebrar el Día Nacional de Rumania hicieron las delicias de muchos de los 15.000 ciudadanos de ese país que viven en el municipio y que tuvieron un lugar para sentir el calor de sus compatriotas. Más de 3.000 personas se dieron cita en el pabellón Nuestra Señora del Val, entre ellos algún curioso alcalaíno de origen.

"Es una cosa buena. Ayuda a los niños y a la integración de todos", contaba Talía Dhiurca, de 32 años, sosteniendo en los brazos a su bebé. Su marido, con peor castellano, se limitaba a contemplar a los niños que brincaban y se golpeaban entre risas contra las paredes de los castillos hinchables, mientras sostenía una banderita de su país.

Ellos, como la mayoría de sus compatriotas que se acercaron por la tarde hasta el lugar, permanecieron ajenos a la polémica suscitada en los últimos días entre la oposición del PSOE y el alcalde, Bartolomé González, del PP, por el carácter supuestamente "electoralista" del acto y la tentación de usar los festejos para pedir el voto a los rumanos. Preguntada por el asunto, Talía se limitaba a encogerse de hombros: "No sé. De política no entiendo".

Simona Pacurar, pastelera rumana de 38 años, coincidía en que la preocupación de los suyos es otra muy distinta: "Ganarse la vida y saber quién garantiza los papeles". De polémicas, ni saben ni entienden ni les preocupa.

El Ayuntamiento de Alcalá tenía todo preparado para divertir pero también informar a sus vecinos. En la entrada al recinto, trabajadoras del Centro Hispano-Rumano de la Comunidad ofrecían información laboral y sanitaria. Sobre las mesas, una Breve guía informativa para trabajar como empleada de hogar o un Manual de orientación sociosanitaria.

"¿Electoralismo?", se preguntaba José Manuel Fernández, un jubilado de 75 años que acudió junto a su esposa, Ángela del Castillo, de 66. "Depende de los rumanos. Ellos son los que lo tienen que discernir". En ese instante, su mujer le salió al paso: "El alcalde ha aprovechado el tirón, pero si fuese del PSOE hubiese hecho lo mismo".

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Al margen de polémicas, el día fue tranquilo. De hecho, la mañana estuvo un tanto desangelada. Los asistentes debían inscribirse en la entrada para participar en el sorteo de un viaje, a la vez que se les daba un resguardo para la comida. Hasta 2.000 raciones se distribuyeron con productos típicos de Rumania: sarmale (rollitos de col rellenos con carne picada y arroz), albóndigas, salchichas, rollitos de jamón york rellenos de queso, ensaladilla, aceitunas, pastelillos...

El espectáculo llegó por la tarde. En el campo de juego del pabellón de deportes se levantaba un gran escenario con una pancarta en la parte trasera y el eslogan "Viva Rumania viva". Supuestamente, el festejo arrancaba con artistas seleccionados para la gente mayor, y a medida que se echase la tarde saltarían a escena los encargados de caldear los ánimos de los más jóvenes. Pero no. Mayores y jóvenes no pararon de disfrutar desde el principio. Los 1.800 asientos de las gradas se quedaron cortos y la gente tomó la pista. El Trío Victoria rompió el hielo. Le siguió lo que en España serían los coros y danzas tradicionales, pero con mucho más brío. La gente coreaba las canciones, daba palmas, lanzaba vítores y silbidos.

En un instante se formaba un gran círculo de gente que entrelazaba sus brazos y luego nacía otro y otro que danzaban al estilo de una sardana subida de revoluciones. Y es que no era para menos, ya que el acordeón hacía que la sangre se disparase. "Llevo seis años en España y esto me acerca a mi país", contaba entre sonrisas Valentina, una mujer de 49 años que trabaja en el servicio doméstico.

El plato fuerte vino después, a cargo de Romica Tociu y Cornel Palade, algo así como los Martes y Trece rumanos. Era fácil distinguir a los españoles de los rumanos. Los que ponían cara de póquer eran de aquí, por aquello de que no entendían ni papa, y los otros se desternillaban. Duch Berza, un cantautor asimilable a Ismael Serrano pero con un toque country, y Nico, una cantante que, salvando las distancias, equivaldría a Paloma San Basilio aunque con una voz más negra, hicieron de teloneros para el colofón: el grupo pop Ackcent y la Paulina Rubio rumana, Blondy, pusieron el punto final a la fiesta bien entrada la noche.

Una nueva 'bolsa' de electores

Alcalá de Henares tiene la colonia de inmigrantes rumanos más numerosa de la región, con 15.000 personas que representan el 8% de su población (aunque en Coslada y Arganda los rumanos suponen un mayor porcentaje). El PSOE había acusado en los últimos días al alcalde alcalaíno, Bartolomé González (PP), de gastar 60.000 euros en los festejos de ayer como reclamo para pedir el voto a los rumanos, que a partir del 1 de enero serán ciudadanos de la Unión Europea y podrán, por tanto, elegir a sus representantes en las elecciones de mayo.

González lo negó todo. Ayer se había pintado su sonrisa de domingo y se paseaba por el corazón de la fiesta rumana, pero subrayó: "No hemos hecho intervenciones políticas ni las vamos a hacer". Sobre sus palabras de hace unos días -cuando, preguntado por los festejos, dijo: "El PP no es una ONG"-, se limitó a advertir: "Para mí la campaña no comienza 15 días antes de las elecciones".

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