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Crítica:EQUIPAJE DE BOLSILLO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El farero de Telefónica

Cinco años después de que Nigel Townson, especialista en Arturo Barea (Badajoz, 1897-Londres, 1957), reuniera los muy dispersos Cuentos completos, reaparecen en bolsillo y con ellos este hombre de formación autodidacta, soldado en África, que destacó, en los años treinta, en el campo de las patentes y dirigió durante la Guerra Civil desde Telefónica la Censura de Prensa Extranjera. La guerra y el exilio le hicieron escritor: es autor de una de las grandes trilogías autobiográficas españolas del XX, La forja de un rebelde. La trilogía oscureció sus relatos de vida azarosa y errante, aparecidos en raras revistas políticas y literarias, efímeras todas.

Aquí están todos sus relatos; dos colecciones, Valor y miedo -su mejor libro-, aparecido en caliente en Barcelona, 1938 (lo rescataría, en el deshielo de la literatura del exilio en los años de la transición, José Esteban); y El centro de la pista, publicado casi de tapadillo en España, en 1960. El resto, agrupados en el apartado de "cuentos misceláneos", los ha reunido Nigel Townson. Aparte de algunas interesantes historias ambientadas en el Marruecos del Desastre -llenas de colorido y de humor, como el de la paella-, lo mejor de Arturo Barea está en ese "seguir de pobres", en ese observar, farero de la Telefónica, las vidas sombrías -dicho sea a la manera barojiana- de la gente de Madrid bajo las bombas, de ese Madrid barriobajero que se debía ver, en el horizonte del no pasarán, desde el edificio alto de la Gran Vía madrileña, esas gentes de las Españas que Barea -como su contemporáneo Max Aub- se había pateado bien antes de la guerra.

CUENTOS COMPLETOS

Arturo Barea

Edición de Nigel Townson

Debolsillo. Barcelona, 2006

334 páginas. 8,95 euros

El conjunto, desigual como toda recopilación, es muy notable, pero si tuviera que escoger dos relatos de este escritor extremeño, elegiría el de ese padre e hijo que timan al honrado cuerpo de joyeros madrileños y el de los dos hermanos que se las ingenian para derramar y recoger una preciada botella de aceite: un lujo en tiempo de escasez.

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