Los encierros nocturnos de Iznatoraf tienen su origen en la Reconquista
La pequeña y bella villa de Iznatoraf (Jaén) celebra desde mañana sábado y hasta el día 7 sus fiestas patronales, que tienen como principal atractivo sus afamados encierros nocturnos de reses bravas. Se trata de una tradición cuyo origen se remonta a la Reconquista y que ni siquiera ha podido sucumbir a las restrictivas leyes taurinas de la actualidad. La estampa es de un gran colorido, pues los aficionados taurinos comparten protagonismo con los que, a la misma hora, bailan en la verbena en otra plaza contigua.
Toros y música se dan la mano en las fiestas del Cristo de la Veracruz, que arrancan mañana al medio día con el tradicional pasacalles de la Agrupación Musical torafeña, otro de los iconos culturales del municipio y de la que hay constancia documental de su existencia en el año 1702. La misma formación amenizará, por la noche, el espectáculo de fuegos artificiales, que iluminará el cerro sobre el que se erige este municipio, cuyo topónimo procede de su originario nombre árabe, Hisn al-Turab. Su traducción es la de castillo del polvo, aunque otros autores hablan del castillo de los límites.
El primero de los cuatro encierros nocturnos programados llegará el domingo día 3, día del patrón. Las estrechas y laberínticas calles del casco urbano se convierten, a partir de la una de la madrugada, en el escenario de un espectáculo que combina emoción y diversión y que cada año atrae a cientos de visitantes. En esta ocasión, el primer encierro y posterior suelta de vaquillas tendrá como acto paralelo el concierto del cantautor andaluz José Manuel Soto. Los espectáculos taurinos continuarán, por la tarde y por la noche, hasta el día 6.
Estas peculiares fiestas son una buena oportunidad para descubrir la magia de esta villa conquistada por Fernando III en 1226. Doce años más tarde le otorgó su famoso Fuero, que estuvo vigente 600 años y que constituyó una fuente jurídica de primer orden para las leyes posteriores.
Iznatoraf, localidad ubicada en la comarca de Las Villas y que pertenece al parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, es una de las villas de mayor belleza de la provincia, ubicada sobre un cerro de más de 1.000 metros de altitud. Es un mirador casi único para divisar buena parte de la provincia y un crisol de culturas, desde la árabe, la judía y la cristiana, que han dejado un rico legado artístico.
La particular fisonomía de este municipio, fundado bajo la dominación musulmana, responde al concepto islámico donde su recinto amurallado y el factor sorpresa de sus calles cumplía una función defensiva. Este singular trazado adquiere su máxima belleza en las calles Convento y Rincón, que se unen en un laberinto de pequeñas plazas y callejuelas que retrotraen al viajero a épocas pasadas.
Las calles Convento y Rincón desembocan en la plaza principal del pueblo, la de San Fernando, presidida por la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI y rematado en el XVII, domina el conjunto urbano.
