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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Faas Wilkes, futbolista holandés

Jugó en el Inter de Milán y en el Valencia

Isabel Ferrer

En Italia llamaban Il Tulipano a Faas Wilkes, un apodo que superaba la broma amable sobre su nacionalidad. Como la flor en cuestión, era espigado, elegante y con personalidad. Sus escapadas en solitario en busca de un gol, y sus giros y fintas con la pelota eran legendarios.

Paradójicamente, para los holandeses, que lo han considerado siempre la mayor figura futbolística de su historia, tenía un temperamento casi latino. Disfrutaba con su maestría y le gustaba seducir al público y ser felicitado.

Cuando en 1949 firmó un contrato con el Inter de Milán se convirtió de golpe en un hombre rico y famoso. Algo insólito en su propia tierra, entonces sin futbolistas profesionales y donde una vez le ofrecieron dos camiones, pero no dinero, por el traspaso del Xerxes al MVV de Maastricht.

"Nos trataron como si fuéramos traidores por salir al extranjero", diría con el tiempo uno de sus compañeros, Kees Rijvers, que jugó en Francia.

Wilkes estuvo con el Inter desde 1949 hasta 1952, marcó 47 goles y le dieron 72.000 florines de la época en mano, además de un sueldo de 50.000 florines al año. Una fortuna equiparable casi a los millones ganados hoy por las figuras más rutilantes del fútbol internacional.

A la aventura italiana le siguió el viaje a España. Con el Valencia jugaría entre 1953 y 1956, y allí vivió uno de sus mayores triunfos personales. En 1954 fue elegido jugador del año, por encima de Kubala y Di Stéfano, los grandes del momento, con los que coincidió.

En 1959, Wilkes estuvo en el Levante una temporada. Se cuenta que su contrato valenciano empezó como una broma, cuando el presidente de la federación local de fútbol preguntó a los directivos italianos que cuántas naranjas valía el delantero.

Suspendidos por la Federación Nacional por hacerse profesionales fuera, Wilkes y Rijvers sólo regresaron cuando el fútbol hizo lo propio en su tierra en 1956.

Su predecesor en la aventura extranjera, Bep Bakhuys, había firmado el primer contrato de esta clase en 1937 y volvió a Holanda una década después.

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