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Crónica:PIE DE FOTO | EL PAÍS, 27-04-2006
Crónica
Texto informativo con interpretación

Blanco y en botella, leche

Juan Antonio Expósito fue contratado por Julio Ariza, un editor de publicaciones de ultraderecha

Juan José Millás

La imagen es oscura, como la trama que ilustra. No es una foto, sino un fotograma, es decir, una pieza de un puzzle, todo él así de negro. No pasará a la historia del arte, pero sí a la de la infamia. La silueta del individuo de la izquierda corresponde al cuerpo mortal de Eduardo Tamayo, el tránsfuga del PSOE que en mayo de 2003 regaló el gobierno de la comunidad a Esperanza Aguirre. Si ustedes se acuerdan, el tal Tamayo, después de que el PSOE ganara las elecciones, desapareció de la escena en compañía de María Teresa Sáez para forzar una crisis que condujo a la repetición de las elecciones, ya que no había salido, desde el punto de vista del mercado inmobiliario, quien tenía que salir. Aquí vemos a Tamayo abandonando el hotel en el que se ocultó y cuya estancia fue pagada por empresarios de la construcción cercanos al PP. El individuo de la derecha se llama Juan Antonio Expósito y es un guardaespaldas cuyo salario tampoco corrió por cuenta del pérfido tránsfuga. De acuerdo con declaraciones del propio Expósito, el sobre con sus honorarios salió del despacho de un constructor llamado Francisco Vázquez, a quien por esos días se vio en Génova 13, donde se entrevistó con Ricardo Romero de Tejada, secretario general del PP de Madrid (a la sazón).

Más tarde se demostraría que Expósito había cobrado también de una caja "B" de la Universidad Complutense de Madrid cuando era (a la sazón) gerente de la misma Dionisio Ramos, un ex alto cargo del primer Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid. Las vinculaciones entre los tránsfugas y el partido de Aznar parecían evidentes. No había más que seguir el cableado. Pero hete aquí (qué rayos querrá decir hete aquí) que Expósito se sintió defraudado o solo o no suficientemente correspondido o quería más, que es lo que suele suceder cuando uno se entera de que ha sido utilizado, y comenzó a largar. En su declaración ante los tribunales, cuando el juez le apretó un poco las tuercas, aseguró que el sobre procedía, en efecto, del despacho de Francisco Vázquez, el constructor ligado al PP, etcétera.

Cundió el pánico, pero también la esperanza. Por fin, nos dijimos, vamos a conocer la trama inmobiliaria. Pero resultó que entre declaración y declaración, Juan Antonio Expósito fue contratado por Julio Ariza, un editor de publicaciones de ultraderecha muy ligado a Esperanza Aguirre, además de uno de los empresarios más beneficiados por el PP de Madrid. Expósito, cuyo currículo habría espantado a cualquier persona que quisiera sentirse segura, empezó a trabajar nada menos que en la planta de presidencia del grupo Intereconomía. Fue firmar el contrato, oiga, y cambiar de abogado y de actitud. En resumen, se desdijo de todo lo anterior y se acogió a su derecho a guardar silencio.

Dirán ustedes que blanco y en botella, leche. Pensarán ustedes que dos y dos son cuatro y que no había más que hacer una sencilla operación lógica para deducir lo ocurrido. Pues no. No hubo pucherazo. El PP no tuvo nada que ver con la espantada de Tamayo y Sáez. Fue todo un cúmulo de casualidades. Lo increíble es que todavía hay quien relaciona una cosa con otra. ¿Por qué? Porque la gente es mala. Cualquiera que conozca a Esperanza Aguirre, demócrata de toda la vida, sabe que sería incapaz de obtener las cosas de este modo.

CUATRO

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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