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Entrevista:AQUÍ UNOS AMIGOS

Calixto Bieito: "De los jesuitas aprendí el valor del éxito y el sentido del humor"

Alberto Ruiz-Gallardón: "En España nos falta respetar y celebrar el triunfo"

Jesús Ruiz Mantilla

Calixto. ¿Tú tienes dotes de actor?

Alberto. Acepto que tenemos que interpretar, es indudable, pero el guión lo escribimos nosotros y, además, tenemos que improvisar. No sé si serías capaz de montar una obra con actores a los que sueltas ahí... Los políticos tenemos que hacer eso.

Calixto. Los de teatro lo hacen. Con un guión de 12 frases y temas a tratar. La gracia de eso es encantar a las serpientes, y eso es el arte de la seducción, un arte que...

Alberto. Que tiene que cultivar un político...

Calixto. Los actores lo practican y algunos políticos también. La sociedad lo pide.

Alberto. Hay otra diferencia. Yo no puedo escribir mi texto en función de lo que quiera el público y tú tampoco. No quiero utilizar la palabra provocación.

Calixto. Puedes hacerlo, no pasa nada.

Alberto. ¿No te ha frenado utilizar elementos que sabes a priori que no les van a gustar?

Calixto. No me frena. Mi manera de trabajar es muy natural. Cuando me dicen que soy un provocador, me choca.

Alberto. ¿Tú tienes una propuesta en la cabeza y la presentas, aunque no sepas cómo la gente lo va a recibir, aunque te pataleen?

Calixto. No me gusta que me pateen.

Alberto. Bien, no te gusta. Por eso a mí, tu postura me parece ética. Eso es lo que deberíamos hacer los políticos también, y no estoy seguro de que lo hagamos.

Calixto. Por lo que conozco, tú eres una persona que aplicas eso.

Alberto. No lo sé. No sé si sería capaz de confirmar que todo lo que he querido decir lo he dicho. Probablemente ha sido así, pero también me he dejado mucho en el tintero. Tampoco podemos construir un producto sobre lo que le gusta a la gente porque eso sería prostituirte intelectualmente. ¿A ti todo lo que te ha venido a la cabeza lo has puesto en práctica?

Calixto. Sí.

Alberto. Pues sabes lo que es eso. Eso es ser libre.

Calixto. Yo me siento libre. Aunque paso media hora muy mala antes del estreno, siento miedo.

Alberto. ¿Miedo de qué?

Calixto. De que me insulten, de la violencia, es algo que está en mis espectáculos pero que rehúyo.

Alberto. ¿Y por qué recurres a ella?

Calixto. Porque me ha tocado un repertorio que la tiene. Shakespeare, Calderón, Verdi, la tienen.

Alberto. ¿No sientes como un corsé lo que está en los textos y lo que tú quieres transmitir?

Calixto. Yo quiero que el público reciba las cosas con la misma frescura que sintieron los que vieron por primera vez las obras que estreno, una noche única.

Alberto. Creo que el trabajo que tú haces funciona cuando tratas con personajes arquetípicos, como Don Juan o Fausto, no cuando se trata de una obra costumbrista. Ahí corre el riesgo de quedar irreconocible.

Calixto. Puede ser.

Alberto. ¿Y en las nuevas generaciones hay talento?

Calixto. Lo hay. El problema es que las sociedades exigen un éxito rápido, eso crea presión y se ven obligados a especular.

Alberto. ¿En la creación también? Porque parece que los dramaturgos han desaparecido. Los directores de escena tienen más protagonismo. Me gustaría preguntarte: cuando tú coges un texto clásico, ¿intentas de alguna forma superarlo? Entiéndeme... para provocar una emoción nueva en el público.

Calixto. Nooo. Cuando yo me enfrento a un texto o una ópera lo analizo en profundidad. Hago una tesis y luego pienso cómo irá para el público de ahora. Lo importante es recuperar el espíritu crítico de las piezas. No voy a compararme, pero cuando Picasso coge Las meninas, las rehace para su época. No sé por qué se crean tantos prejuicios hacia eso de golpe. A veces el éxito... La envidia española, a veces los tópicos son ciertos, y tú sabes a qué me refiero.

Alberto. ¿Nunca has pensado por qué es eso? Creo que es un problema de educación. Hay un concepto que los luteranos y protestantes plantearon de una forma distinta, si es lícito o no el triunfo en este mundo.

Calixto. Ja, ja, ja. ¡Por ahí va!

Alberto. Es que ha existido una interpretación del catolicismo que pasaba por decir que esto es un valle de lágrimas. Que el gozo vendrá después, que quien goza aquí es sospechoso. Eso no pasa en otra visión que defienden los jesuitas, donde tú estudiaste y yo también.

Calixto. ¡Hostias! Eso marca.

Alberto. Nos decían: usted tiene que buscar la excelencia y no conformarse con la mediocridad. Eso sí, la excelencia, una vez que la alcanzas, la tienes que compartir.

Calixto. Eso lo aprendí yo también.

Alberto. Pero eso choca con una concepción primitiva y atávica del catolicismo. No sé si ahí está el origen de la envidia.

Calixto. Yo a veces pienso que no sé si me merezco el éxito, y eso es muy católico.

Alberto. ¡Sentimiento de culpa por haber triunfado! Los jesuitas tienen una mentalidad mucho más avanzada.

Calixto. También los jesuitas me enseñaron el sentido del humor.

Alberto. Empezando por reírte de ti mismo. En España nos falta celebrar el éxito, y a una persona que triunfa, aunque yo discrepe de su discurso, de su planteamiento, ya solamente por eso le tengo un respeto infinito. Pero las nuevas generaciones ya no piensan así, tienen muchos menos prejuicios. Yo recuerdo una cosa que me dijo mi padre cuando supo que me dedicaría a la política: "Que sepas que algunos fracasos llegarán a perdonártelos, pero lo que no van a perdonarte nunca son los éxitos".

Calixto Bieito y Alberto Ruiz-Gallardón.
Calixto Bieito y Alberto Ruiz-Gallardón.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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