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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Volver de Guantánamo

George W. Bush reiteró ayer, en Viena, en la cumbre anual de Estados Unidos con la Unión Europea, que quería cerrar Guantánamo. Pero los representantes europeos no empujaron suficientemente para lograrlo, ni tampoco plantearon la cuestión de los vuelos irregulares de la CIA. Ello no fue óbice para que ambas partes se comprometieran a defender los derechos humanos y la legislación humanitaria internacional. Incluso los europeos se ofrecieron a ayudar a transportar los presos del penal en la base americana en Cuba a sus países de origen.

El formato de estas reuniones deja mucho que desear. Por parte europea participaron el presidente de la Comisión, Durão Barroso -de capacidad política cada vez más cuestionada-, el Alto Representante de la Política Exterior, Javier Solana, y el presidente de turno del Consejo, el gris canciller austriaco Schüssel. Ninguno de los tres transmitió siquiera las duras críticas del Parlamento Europeo a la existencia del penal de Guantánamo o a los inquietantes vuelos organizados por el espionaje americano, de los que al menos algunos de los Gobiernos de la UE estuvieron al tanto.

No obstante, la presión europea sí ha hecho mella en Bush, quien ya en su reciente visita relámpago a Bagdad anunció el próximo cierre del centro de internamiento condicionado a la esperada sentencia del Tribunal Supremo de EE UU. El titular de la Casa Blanca considera que, entre los cuatro centenares de presos que quedan, hay algunos "asesinos sanguinarios" que han de ser juzgados en territorio estadounidense y que el resto no puede ser puesto en libertad, aunque no explicó por qué si no hay cargos contra ellos.

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Europa, con el apoyo de Rusia y China, ha logrado también que Washington ofrezca un paquete de incentivos a Irán antes de plantear unas sanciones o una iniciativa peor. El régimen iraní se dio ayer hasta finales de agosto para responder, un plazo que a Bush le parece excesivo. Y que, efectivamente, es una forma de dar largas.

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