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Reportaje:

Jamaica, humor y baterías

La segunda jornada diurna del festival Sónar de Barcelona consagra la percusión

Que el Sónar es un festival sorprendente es de sobras sabido. Fiel a sí mismo, consagró la batería como instrumento dominante de su segunda jornada diurna, acercó a Jamaica a todos sus espectadores y bromeó con medias verdades y medias mentiras anunciando a un grupo, White Diet, cuando en realidad actuaron Scissors Sisters, quienes presentaron en primicia mundial su próximo y segundo disco, Ta Daa, a la venta en septiembre.

En el programa de mano se anunciaba a White Diet, una banda de la que se indicaba estaba asentada en Sheffield y su composición incluía a eslovenos, israelíes y nepalíes al servicio de un sonido que "junta el psychobilly, los mantras y el klezmer con el hip-hop". En otro festival rápidamente se hubiese detectado la broma, pero en Sónar el público esperaba con ansias esta actuación, que proponía algo más allá de la fusión. Al ver a Scissor Sisters en escena cantar perlas como Take your mama, Laura o Tits on the radio, el público entendió que el Sónar les había deparado una inusitada sorpresa. Aquí no te puedes fiar de nada.

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A todo esto, este público vivió otro hecho noticioso: la presencia de la lluvia, una invitada que acude por vez primera al festival. En consonancia con su escasez en la meteorología estos últimos años, esta presencia fue tímida, se produjo sólo por la mañana y no alteró en nada la programación. Al margen de Scissors Sisters, una descacharrada banda retro que evoca entre otros a Bee Gees y a la que hay que tomarse como una disparatada ocurrencia, destacaron más que los artistas, las corrientes que éstos defendieron.

En el Sónar Complex -un Japón en miniatura con más nipones con cámara que en el parque Güell- destacaron Doravideo y Optrum. El primero resultó ser un batería que entretejía ritmos al alimón con unas proyecciones de vídeo secuenciadas en las que aparecían desde Bush al grupo Kiss pasando por un anuncio de insecticticidas o secuencias de Kill Bill. Humor amarillo. Por su parte, Optrum sería definido por las madres de los allí presentes como "un señor oriental con un fluorescente entre las manos al que trata como si fuese una guitarra". El programa indicaba que el fluorescente era un sensor lumínico para regular mareas de ruido, el cual era también apuntalado por una batería, uno de los instrumentos más presentes durante la jornada diurna.

Batería usaron Liars, una banda norteamericana de rock atormentado por el ruido; Circlesquare, canadienses no menos atormentados y Pole, adscrito al dub jamaicano en su variante electrónica. Tanto este alemán, al que como buen vividor pudo vérsele antes de su actuación inhalando con estilo un buen habano, como el proyecto Bus, apelaron al relax de las playas caribeñas mediante un dub atmosférico que ambientó lo que de paso también se ha convertido en una verdadera playa, el propio Sónar Village. De remate sólo faltaba la actuación de Sr Coconut para rubricar con más humor, en este caso salsero, una jornada de marcado impulso acústico que planeó sobre ese babel en el que el Sónar se ha convertido.

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