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Reportaje:

El aire envenenado del 11-S

La mala calidad de las máscaras usadas en el rescate provoca 8.000 demandas

Yolanda Monge

La fotografía: dos millones de toneladas de cemento y hierros retorcidos yaciendo entre una impenetrable nube de polvo que contenía cientos de elementos tóxicos y contaminantes, como amianto, gasolina y hasta otros 400 productos químicos. Lo que en Nueva York se llamó Zona Cero tras el desplome de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, posiblemente se convirtió en el lugar más peligroso del mundo desarrollado para trabajar. Quienes ejercieron labores de rescate o de limpieza, o simplemente vivían cerca, sufren serias dolencias, desde problemas respiratorios hasta gastrointestinales, pasando por enfermedades mentales, según informó ayer el diario The New York Times. La razón: no tuvieron a tiempo las mascarillas para defenderse. Tragaron y respiraron aire envenenado. La consecuencia: policías, bomberos, trabajadores de empresas de limpieza y retirada de escombros, hasta un número de 8.000, demandan ahora a la ciudad de Nueva York por desasistirles en su derecho a tener el material adecuado contra la toxicidad.

El propio alcalde, Rudolph Giuliani, se adentró con una mascarilla de papel en la zona siniestrada

En el caos de las primeras 48 horas tras el colapso de las Torres, sólo los bomberos tuvieron algún tipo de protección. Pero incluso esos equipos resultaron insuficientes, ya que los tanques de oxígeno que llevaban a la espalda apenas duraban 18 minutos para unas labores de rescate que se prolongaron una eternidad. En los primeros días tras los atentados, la única protección que se conseguía eran mascarillas de papel contra el polvo, o máscaras quirúrgicas de médicos y enfermeras, la mayoría repartidas por voluntarios.

Aunque es cierto que unas máscaras que sólo costaban 50 dólares tardaron más de dos meses en llegar a su destino, no parece que haya habido dejación e impasibilidad. Responde más bien al caos y, como otras veces en EE UU, a quién decidía qué: ¿la alcaldía o el Estado? ¿El Estado o el Gobierno federal? Hasta 30 diferentes departamentos y agencias locales, estatales y federales se solapaban en las decisiones...

No es que no se hiciera el esfuerzo para que cada trabajador implicado en las labores en la Zona Cero durante nueve meses tuviera la máscara apropiada que le tapase nariz y boca y le permitiese respirar un aire limpio. El esfuerzo, incluso heroico, se hizo, pero no fue efectivo, como expone el diario neoyorquino. En un principio se repartieron más de 150.000 mascarillas con filtro de aire (cuando en realidad sólo 40.000 personas estaban inmersas en los despojos del World Trade Center), que resultaron ineficaces porque los filtros se saturaban con las cenizas y por el simple hecho de que nadie las usaba. Distribuirlas no fue fácil, pero conseguir que los trabajadores se las colocaran resultó misión imposible. Razones para el desuso hubo varias y de diversa índole.

En un momento de "pasión y heroísmo", como fueron los días posteriores al 11-S, definía ayer The New York Times, ponerse cualquier tipo de protección o mascarilla implicaba una expresión de preocupación por la seguridad de uno mismo, y para muchos esto era egoísta y poco patriótico justo cuando el país vivía el peor ataque terrorista. Justo cuando los restos de casi 3.000 compatriotas yacían bajo sus pies y todo impedía dar sepultura a nada que resultase humano. Además, las altísimas temperaturas hacían imposible de soportar la máscara. Y los trabajadores no podían comunicarse entre ellos, con lo que optaban por arrancárselas. Pero en contraste con el World Trade Center, los trabajadores que realizaron labores similares en el Pentágono fueron "obligados" a llevar protección adecuada o "invitados" a abandonar el lugar.

La ciudad de Nueva York se defiende de la denuncia (que se verá en un juzgado el próximo día 22) alegando que distribuyó mascaras y panfletos sobre cómo usarlas. Pero incluso el mismísimo alcalde, Rudolph Giuliani, se adentró en la tragedia llevando puesta una mascarilla de papel.

Bomberos en la zona siniestrada el 18 de septiembre de 2001.
Bomberos en la zona siniestrada el 18 de septiembre de 2001.AP

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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