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Reportaje:Tenis | Open Seat-Godó de Barcelona

Borg: "Ver a Nadal es un placer"

El manacorí gana a Robredo en la final y supera las 46 victorias seguidas logradas por el sueco

Un cierto halo de desesperación se adueñó del gerundense Tommy Robredo cuando la final del Open Seat-Godó estaba ya en sus estertores. El tenista de Hostalric, 19º mundial, se había dejado la piel en la pista y había desarrollado lo mejor de su tenis y, sin embargo, estaba a punto de salir de la central del RCT Barcelona con la cabeza gacha y con un rosco en la tercera manga. Intentó evitarlo y dispuso incluso de cinco bolas para anotarse el quinto juego. Pero su rival no le perdonó. Sucumbió por 6-4, 6-4, 6-0 en algo más de dos horas.

La victoria fue para un Rafael Nadal que, con sólo 19 años, permanece imbatido desde hace más de un año en pistas de tierra batida y lleva una racha de 47 victorias consecutivas. Esta cifra le aleja del sueco Bjorn Borg y le sitúa ya en la órbita del récord absoluto que posee el argentino Guillermo Vilas, con 53 triunfos logrados entre mayo y septiembre de 1977. "No sé si lo lograré. Lo normal es que no", respondió cuando se le preguntó si pensaba ya en alcanzar al argentino. "Debería ganar en Montecarlo, Barcelona y Roma, y eso lo logró Muster [en 1996] y yo el año pasado, pero veo casi imposible repetirlo".

Sin embargo, Nadal sobrepasó ayer el meridiano de esta hazaña. Tras sus victorias en Montecarlo y en Barcelona, ya sólo le queda ganar en Roma para alcanzar a Vilas. No está tan lejos. Y menos si pensamos en la calidad de sus victorias -sobre Federer en la final de Montecarlo- y en cómo las ha logrado.

Cada partido supone una nueva confirmación de que es el mejor jugador en tierra batida. No se vislumbra en el horizonte a nadie que pueda perturbar su camino ni en Roma ni en Hamburgo y ni siquiera en Roland Garros, que son sus próximos objetivos hasta el mes de junio. Ayer, en la final de Barcelona, Tommy Robredo ofreció lo mejor de sí mismo para desequilibrar la solidez de Nadal. Y no lo consiguió.

"He intentado todo lo que he podido, pero no ha sido suficiente", reconoció Robredo a través del micrófono de pista. "Seguiré entrenando para poder ganarte algún día", le dijo directamente a Nadal. En el último partido de la pista talismán, el tenista de Hostalric situó su listón al mismo nivel que había mantenido el año pasado para alcanzar los cuartos de final de Roland Garros.

Su drive, potente, veloz, profundo, mantuvo a Nadal a dos metros de la línea de fondo durante la primera manga, y eso permitió presenciar algunos de los mejores momentos del partido. La mejor opción la desperdició el gerundense, que hoy cumple 25 años, cuando dispuso de dos bolas de break para recuperar la rotura inicial que había sufrido. "Allí podía complicarse el partido, pero lo resolví bien", dijo Nadal. "Después comencé a jugar con mucha alegría y confianza y me sentí al mismo nivel que en Montecarlo".

Mientras Robredo fue capaz de retener a Nadal lejos de la línea de fondo mantuvo algunas opciones. Pero para sostener este nivel todo un partido se requiere una consistencia que Robredo no tiene (71 errores no forzados, por 30 de su rival). Nadal es un termómetro. Mantiene siempre la misma temperatura, colocando una presión que se va convirtiendo en insoportable. Y cuando su rival le permite entrar en la pista, entonces el mallorquín explota su potencial y se convierte en arrollador.

Robredo fue su última víctima. Pero vendrán otras. "Algún día perderé", reflexionó Nadal. "Pero ahora sólo pienso en hacer las cosas bien, en mejorar mi volea

[trabaja este golpe específicamente hasta Wimbledon], y en ser feliz. Hay muchas más cosas que el tenis. Y me siento arropado por mi familia, que sigue tratándome igual que cuando no era famoso y me recrimina lo que hago mal".

Ayer el propio Borg se sumó a los elogios hacia Nadal. "Le felicito por haberme superado. Es un placer verle jugar. Espero que algún día gane en Wimbledon", dijo el campeón sueco. En eso está, pero ahora toca la tierra batida.

La infanta Cristina entrega el trofeo Godó a Rafa Nadal.
La infanta Cristina entrega el trofeo Godó a Rafa Nadal.REUTERS

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