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María del Carmen Castillo, de 47 años | Ciudadanos con problemas

"La renta me permitió ser persona y encontrar un trabajo"

Oriol Güell

Hace seis años que María del Carmen Castillo llegó a Madrid. Llegó de Barcelona, dejando atrás un pasado del que prefiere no dar detalles. Era una mujer de 41 años exhausta, herida. Aún tiene un hombro lesionado y un oído casi inútil. Una familia de conocidos de Getafe le abrió la puerta a un hogar que ha hecho suyo.

Desde allí, paso a paso, pero sin desfallecer, ella se ha entregado a la ingente labor de "construir una nueva vida". Le tomó los dos primeros años aprender a despertar sin miedo. A partir de 2002 empezó a cobrar la Renta Mínima de Inserción y se atrevió a participar en los cursos de formación de auxiliar de geriatría y habilidades empresariales que ofrecen CC OO y el Gobierno regional.

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Un año y medio más tarde dio "un gran salto". Acudió a una entrevista de trabajo para El Corte Inglés y desde entonces está empleada en una tienda de ropa de este centro en la calle de Preciados. Ahora suspira por la que sería la culminación de su recuperación: "He pedido un piso protegido en Getafe. Si me lo dan, ya podré vivir sola".

Mira atrás y sólo tiene palabras de agradecimiento. "A la familia que me acogió, al médico, a las asociaciones, al asistente social, a la renta mínima, a los profesores, a los compañeros, a la empresa...". A todos ellos, al igual que al camarero que le sirve el café todos los días, a los vigilantes de seguridad e incluso a este periodista, María del Carmen Castillo les dice, agradecida: "Me hacen sentir persona".

La renta mínima, recuerda, "no era mucho dinero, unos trescientos y pico euros". "Pero yo no tenía muchos gastos, tenía la casa pagada, y si te organizas bien, te permite hacer tus cosas y darte algún capricho".

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A Castillo le hizo "mucho bien" cuidar de una enferma terminal mientras hacía los cursos. "Pasaba muchas horas con ella. La acompañaba al hospital. La cuidaba. Te das cuentas de muchas cosas, de lo que significa ayudar libremente a alguien y que alguien te ayude, de dar y recibir cariño, del agradecimiento. Son cosas que te llenan por dentro y te hacen crecer como persona".

El dinero, sin embargo, "no era lo más importante de la renta mínima". "Es todo un proceso. Recibes apoyo y empiezas a avanzar. El dinero te da cierta autonomía, pero la ayuda y los cursos te abren a nuevas oportunidades. Aprendes, ganas confianza y te atreves a hacer cosas nuevas. Con los cursos ya te sientes capaz de trabajar. Todo va viniendo solo, cada vez más y mejor", relata con ilusión.

Castillo empieza a trabajar a las cuatro de la tarde. Dedica las mañanas a hacer vida en Getafe, a "comprar, pasear, hacer las cosas de casa y todo eso". Al mediodía coge el tren para desplazarse al centro de Madrid. Antes de entrar a trabajar, se detiene en un bar a tomar un cortado. "En el bar coincidimos muchos compañeros. Nos conocemos todos, a los camareros también". Luego, la jornada laboral no se le hace pesada. "Mis jefes me dicen que no coja peso, que me cuide el hombro. Hay muy buen ambiente", sonríe.

Buen ejemplo de las políticas sociales y de apoyo a la mujer con final feliz, Castillo es consciente de la importancia "de los asideros que te ofrece el Gobierno y la sociedad", pero no olvida que "nada sería posible sin el esfuerzo de una misma". "Lo demás te ayuda, pero eres tú la que sales adelante".

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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