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El debutante Paul Haggis sorprende con las historias cruzadas de 'Crash'

La película, de bajo presupuesto y con un reparto coral, se sitúa entre las favoritas de los Oscar

Si el próximo 5 de marzo los Oscar dan una sorpresa y en lugar de la cacareada Brokeback mountain el título de Crash se alza con la estatuilla a la mejor película del año pocos se asombrarán. Eso no quiere decir que esté en duda la calidad de la última obra de Ang Lee, pero desde el estreno de Crash tanto el público como, sobre todo, la crítica y los profesionales de la industria viven una lenta historia de amor con el debut de Paul Haggis como director de un filme al que ya consideran la Cenicienta de Hollywood. ¿De qué otra forma explicar el fenómeno Haggis?: un guionista salido de la nada o, lo que es peor, con algo de experiencia en televisión, cuarentón, calvo y con su primer ataque al corazón mientras rodaba Crash, que el pasado año consiguió la primera candidatura al Oscar de su carrera con su primer guión, Million dollar baby, y ahora habla de Clint (Eastwood) o de Steven (Spielberg) como si fueran parte de su familia. "Yo mismo me estoy acostumbrando a decir estos nombres", bromea este canadiense que aspira al premio del Sindicato de Directores al mejor realizador, el mismo galardón que el pasado año ganó Eastwood y al que este año también aspira Spielberg.

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Crash se centra en una colección de historias que se entrecruzan en Los Ángeles, una cáustica visión de la ciudad donde en medio de una amalgama de problemas raciales, étnicos y sociales nadie es lo que parece. Una historia que no es nueva y que evoca títulos como Magnolia, Gran Cañón, Pulp Fiction y, sobre todo, Short cuts y The player. "No he inventado nada. He robado a manos llenas a Robert Altman pero supongo que he atado bien las historias", admite Haggis con honestidad y admiración hacia el cineasta que este año recibirá el Oscar de honor de la Academia. Sencillez y talento que han conseguido que una cinta rodada con algo más de cinco millones de euros se mantenga en cartel durante meses. En el otoño, Crash había recaudado más de 50 millones de euros sólo en EE UU.

"Creo que todo se debe a lo bien escrita que está", explica el actor Matt Dillon, parte de un reparto donde no hay protagonistas aunque los nombres que lo integran estén acostumbrados a poner el suyo delante del título de la obra. Sandra Bullock, Brendan Fraser, Ryan Phillippe, Don Cheadle, Thandie Newton y Ludacris son algunos de ellos. "El reparto fue un largo proceso que nos llevó más de año y medio", reconoce Haggis, quien comenzó a creer en su proyecto cuando Cheadle aceptó la oferta. "Me dijo que el diálogo era increíble y que quería hacerlo a cualquier precio. Cualquier papel. De hecho, estuvo seis meses sin decidirse entre el detective y el productor de televisión", recuerda el realizador. Finalmente, se decantó por el detective. Lo de cualquier precio también va en serio. Sandra Bullock, una de las actrices más valoradas de Hollywood, se pagó su pasaje de avión para conocerle. "Quería a Sandi, quería que esas palabras que tanto asombran a la audiencia salieran de su boca. No de la boca de cualquier actriz sino de la de Sandra", admite su autor.

Haggis prefiere considerarse un "cuentacuentos", ni guionista ni director, y esas palabras de las que habla, como el resto del diálogo de Crash, son el centro de su historia, un filme que habla sin tapujos de estereotipos raciales, donde un hispano se ríe del acento en inglés de un coreano, un iraní tiene que escuchar la broma fácil de que le llamen Osama y un negro se tiene que tragar los comentarios raciales de sus jefes blancos que creen saber más que él de su propia raza. "Todos hemos visto tipos así. Mi personaje es un policía racista, un amargado que abusa de su poder. Y no hay más vueltas. Pero el filme también muestra su lado más personal, sin excusas pero con una visión más completa sobre quién es", describe Dillon.

El realismo de Crash tiene una razón de ser. Del mismo modo que la película arranca con el robo de un vehículo a mano armada, el relato de Haggis nació después de que le robaran el coche a punta de pistola. "El incidente me dejó sorprendido y furioso pero de ahí pasé a la curiosidad. Nunca pillaron a los asaltantes ni apareció el coche pero eso me hizo pensar en quiénes serían los que me atracaron. ¿Serán amigos entre ellos? ¿Se tendrán por criminales? Hasta que un día me levanté a las dos de la madrugada obsesionado con estas preguntas y empecé a escribir, y una historia me fue llevando a otra", detalla sobre un guión al que acabó dando su forma final junto a su amigo y guionista Bob Moresco.

Haggis no confía en que esta euforia dure mucho más, aunque los hechos apuntan en otra dirección. A quien tardó tres años en vender su primer guión de televisión ahora se le acumula el trabajo en el cine, donde le consideran uno de los pocos escritores de Hollywood capaces de adaptar lo que les echen. Eso es lo que hizo en Flags of our fathers, la próxima película de Eastwood que produce Spielberg y que está centrada en la historia de los seis hombres que alzaron la bandera estadounidense en Iwo Jima. Además, está escribiendo un guión junto a Spielberg que se encargará de dirigir. "Supongo que puedes hacer una gran película de 100 millones de dólares y comprarte una mansión para pasarte la vida pagando la hipoteca, o te puedes dedicar a hacer películas que realmente te interesen", resume este autor que espera poder compaginar "el miedo a la página en blanco con el pánico aún mayor por la pantalla en blanco".

Un fotograma de <i>Crash,</i> <b>primera película de Paul Haggis.</b>
Un fotograma de Crash, primera película de Paul Haggis.
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