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Javier Ruibal se funde con su público en 'Lo que me dice tu boca'

El cantautor reúne en su nuevo disco 16 canciones grabadas en directo

Admirado por sus compañeros de profesión y adorado por un público que se siente complacientemente minoritario, Javier Ruibal (El Puerto de Santamaría, Cádiz, 1955) se encerró dos noches a finales de septiembre en la sala madrileña Galileo Galilei para grabar el séptimo disco de su carrera. El CD Lo que me dice tu boca -que lleva unas semanas en la calle- se acompaña de un DVD con imágenes de los dos conciertos, una entrevista con el cantautor y escenas de su vida cotidiana.

"Los encantos que uno pueda tener, donde mejor los luce es en el escenario y ante la gente que le entiende y conoce", dice Javier Ruibal al explicar por qué su nuevo disco no lo grabó en un estudio, como los anteriores. "No es un disco de directo al uso, donde se toca para que el público redisfrute de lo que conoce. Lo hice a la inversa, para descubrir juntos las nuevas canciones. Busqué la complicidad de la gente que las iba a conocer a la vez que se grababan".

"No tiene sentido juntar canciones sin más si entre ellas no funcionan. Yo tenía un puñado que casaban bien juntas, algunas ya las había cantado en directo, pero no más de diez o doce veces, por lo que eran muy desconocidas. He pretendido mantener la complicidad con los que me han seguido en todos estos años y acoger a unos cuantos más, si se puede. Que el público se sienta como una parte más del disco".

Para llevarte a vivir, Tu nombre o La bella impaciente son algunos de los títulos de esas 16 composiciones que se agrupan en Lo que me dice tu boca. "Repasando sus letras, me he dado cuenta de que salen muchos besos, muchos labios, mucha piel, muchas bocas, y de ahí el título", explica. Y es que, como en casi toda su obra anterior, el amor sigue siendo su tema favorito. "El amor lo centra todo, pero por el medio de mis canciones se habla de muchas cosas, de los días grises y de los días de color. El amor sólo es la excusa".

"En la composición y las letras siempre intento huir del lugar común y la obviedad", dice Ruibal cuando se le recuerda que muchos artistas le reconocen a él como referencia primordial. "He buscado mi rinconcito propio y creo que lo he conseguido. Sé que hay artistas que han partido de alguna idea mía, de una frase, y eso me gusta, siempre y cuando no me plagien y no lo digan claro. Al fin y al cabo, sólo intento hacer canciones que mezclan reflexiones acerca del amor muy sesudas o poéticas con lo más popular".

"Me inspira el deseo de ponerme en una situación que me permita fabular que va a pasar algo increíble. Cuando se imagina algo grande, se coge y se escribe, y se cuenta como si te hubiera pasado. Y es muy hermoso, porque el arrebato con el que se cuentan las cosas provoca unas sensaciones muy intensas, que es lo que queda después de oír la canción", dice al confesar los caminos que le llevan a escribir sus letras tan poéticas.

De viaje

La música de Ruibal ha viajado mucho estos últimos años por el mundo: Portugal, Polonia, Japón, Inglaterra, Escocia, Sáhara, Bélgica, Marruecos o Argelia, entre otros muchos países. A pesar de la profundidad de sus letras, cree que ha sabido conectar con esas audiencias dispares: "En todos esos sitios donde el idioma crea una barrera, nunca he tenido la sensación de estar voceando en el desierto. El modo de mostrar lo que se tiene y has compuesto no requiere tanto del idioma. Aunque mis letras no las entiendan, la música es tan vivaracha que entra. En Londres, la hija de Brian Eno me dijo que, sin comprender nada de las letras, entendía la importancia y sentido de las canciones. Más o menos como aquí entendimos al principio a los Beatles o Bob Dylan".

Para la grabación del CD y el DVD, Ruibal contó con su inseparable guitarrista Tito Alcedo y con Javier López de Guereña como productor artístico. Le acompañaron esas dos noches, además, su hijo de 19 años, Javi, a las percusiones, el contrabajista Víctor Merlo, el violinista Ángel López Rodas, el acordeonista Cuco Pérez, el guitarrista John Parsons y el saxofonista Andreas Prittwitz.

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