Tomás Marco estrena 'El caballero de la triste figura', su ópera sobre 'El Quijote'
Albacete presenta hoy la obra, que en 2006 viajará a Madrid y Alcalá de Henares
Por los pelos, pero aquí está. La ministra de Cultura anunciaba el 2 de enero que habría una ópera de Tomás Marco en la conmemoración del libro de Cervantes. Pero pasaban los meses y casi se queda fuera del festejo. El momento ha llegado por fin esta tarde en el Teatro Circo de Albacete, lo que corresponde a la implicación en el proyecto de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de la Empresa Pública Don Quijote 2005. El caballero de la triste figura viajará a Madrid y a Alcala de Henares en junio del próximo año.
El caballero de la triste figura -un encargo de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales con ocasión del Cuarto Centenario del Quijote- es ya la quinta ópera de Tomás Marco (Madrid, 1942), quien antes le había puesto música a Bécquer en Ojos verdes de luna; a Homero en El viaje circular; a Calderón, Platón y Lista en Segismundo y a sí mismo en Selene, la primera de todas, estrenada hace más de 30 años. Fuera de la escena, Marco ha compuesto también sobre textos de autores como Rainer Maria Rilke, Günter Grass o Lewis Carroll, de manera que experiencia no le falta.
El propio autor se ha encargado de seleccionar los fragmentos de la obra cervantina que deben dar una idea de una novela gigantesca. No es fácil el reto del que hay un precedente que, quiérase o no, habrá de servir de punto de comparación, aun a pesar de la diversidad de su propuesta escénica: Don Quijote, la ópera con música de Critóbal Halffter y libreto de Andrés Amorós que se estrenara en el Teatro Real el año 2000. En todo caso, la idea de Marco es distinta en muchos aspectos, desde el carácter más camerístico de la propuesta orquestal a la idea de que se trate de un espectáculo polivalente, que pueda ser representado tanto en el teatro como fuera de él, incluso al aire libre.
Si a parte de la ópera española actual se le achaca que no siempre es capaz de adaptar su lenguaje a las necesidades de los cantantes, no sería el caso de Tomás Marco, quien en Ojos verdes de luna o El viaje circular ya mostraba una especial capacidad para que la voz no se quedara en una suerte de enunciación más o menos forzada. Cuenta además para el estreno con un par de cantantes versátiles y a la vez buenas actrices como son María José Suárez -que encarna la Narración, algo así, pues, como el hilo del relato- y María Rey-Joly, que se encargará, nada menos, que de Dulcinea, el Ventero, Montesinos, la Condesa y Pedro Recio. Lo mismo cabe esperar de Alfredo García y Emilio Sánchez, respectivamente Don Quijote y Sancho Panza. La puesta en escena de esta ópera en un prólogo, siete escenas y un epílogo -y que ya estaba terminada en la primavera de este año- es de Guillermo Heras, quien posee la experiencia de haber trabajado con otros compositores españoles como José García Román o Marisa Manchado. La dirección musical corre a cargo de otro experto, José de Eusebio, quien dispondrá en el foso de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y en la escena del Coro homónimo.
El prólogo ocupa la parte mayor de la ópera y las siete escenas que le siguen llevan los títulos de La vela de armas, Los molinos de viento, Las ovejas, La cueva de Montesinos, Clavileño, Barataria y El Caballero de la Blanca Luna, centrándose el epílogo en la muerte de Don Quijote. La orquesta se reduce a un pequeño conjunto que reúne dos flautas, dos trombones, dos violines, dos violonchelos, dos percusionistas y un sintetizador. Sólo cuatro voces, pues, y once instrumentistas para poner en pie todo un mundo. El propio Marco ha dicho de su obra que constituye "un diálogo continuo entre las formas de canto barrocas, adaptadas a cada personaje y situación, y las actuales, además de estar modulado por el carácter de cada personaje y las peripecias concretas de cada caso. Las voces no sólo están tratadas como tales, sino con el propósito de que el texto se entienda lo mejor posible. Se trata de un espectáculo de cámara, pero que se puede adaptar a situaciones escénicas muy diversas. Respeta y realza el texto cervantino sin criterio arqueológico, sino con una proyección de actualidad, extrayendo del mismo los pasajes caballerescos, los humorísticos, los misteriosos y su profundo y pesimista convencimiento de que el esfuerzo humano acaba siempre de la misma manera y que al final todo y todos pasamos. Lo cual no quiere decir que sea una obra trágica sino que mantiene el sano equilibrio entre humor y destino que se refleja en El Quijote".
Babelia
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