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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tentáculos islamistas

La red del terrorismo islamista es cada vez más difusa y amenazante en España, convertida mucho antes del 11-M en base de captación y financiación de Al Qaeda. La policía detuvo ayer a 15 personas, entre ellas tres imanes, en Málaga, Nerja, Lleida y Palma de Mallorca, que formaban parte de una célula destinada a reclutar y enviar voluntarios para cometer acciones terroristas en Irak. Sus nacionalidades no pueden ser más diversas: marroquíes, iraquíes, egipcios, bielorrusos, ghaneses, franceses y españoles. Es decir, una amplia amalgama que revela la espesura y la profundidad de los tentáculos de Bin Laden y sus seguidores.

La operación es la tercera en menos de un mes y eleva a 85 la cifra de detenidos en territorio español en lo que va de año, presuntamente vinculados al terrorismo islamista. Más de 200 personas fueron encarceladas desde el sangriento atentado del 11-M, de las cuales la mitad continúan en prisión. España es una de las bases de movimientos de la red norteafricana de Bin Laden y desde donde se financian sus actividades. Las amenazas vienen principalmente de Marruecos y Argelia a través del Grupo Combatiente Islámico Marroquí y del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. De ahí la importancia de que no baje lo más mínimo la vigilancia de las actividades de sospechosos y de no pocas mezquitas que algunos fanáticos han transformado en nidos de subversión.

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Takfir Wal Hijra, considerada como la corriente más extremista y clandestina del salafismo radical, el movimiento que pretende la unificación y extensión del mundo musulmán con métodos violentos, ha echado raíces en nuestro país. Los principales autores de la matanza del 11-M eran takfiris. Los servicios secretos españoles han elaborado por primera vez un censo inicial y confidencial de mezquitas en España y, de las 600 inventariadas, un 10% propaga, como esa secta, la implantación del credo islámico por métodos violentos.

Criminalizar a quienes pacíficamente profesan la religión islámica por culpa de unos fanáticos significaría un gravísimo error que acarrearía consecuencias aún peores. Pero las sociedades democráticas deben saber protegerse y defenderse. Y en esa línea encaja la política antiterrorista que acaba de aprobar la Unión Europea, centrada en la lucha contra la radicalización y el reclutamiento de jóvenes por grupos islamistas y la aplicación de medidas para fortalecer a los islamistas moderados.

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