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Reportaje:PERSONAJE

La Vuelta que no ganó Arroyo

El ciclista abulense sigue considerando "un robo, una conspiración", el positivo por el que le desposeyeron de la ronda española de 1982

Carlos Arribas

A Ángel Arroyo, que no tenía teléfono en su casa, una radiante mañana de mayo le avisó corriendo, desde el supermercado del pantano, su hermano. "Te llama un periodista de Barcelona, date prisa". Tras alguna lindeza y varias imprecaciones, pues forma parte de su ser maldecir con cariño a todo aquél que se le acerca, Arroyo, aún feliz en su nube de reciente ganador de la Vuelta, se levantó del sofá y caminó tranquilo hasta la tienda de su hermano, ignorante de que al otro lado del hilo teléfonico Javier de Dalmases, de El Mundo Deportivo, esperaba para darle el disgusto de su vida.

"Ángel, has dado positivo. Te van a quitar la Vuelta".

"Arroyo", recuerda De Dalmases, "se quedó en silencio un buen rato, mucho tiempo, y me dijo con voz temblorosa: 'Me dejas de piedra. Es imposible'. Y se echó a reír pensando que iba de cachondeo". Era 1982.

Algo parecido, dicen, a lo que respondió Roberto Heras cuando le comunicaron hace unas semanas su positivo. Como si el paso del tiempo no cambiara nada, como si el estigma del dopaje, del que los ingenuos siguen manteniendo que forma parte de la cultura ciclista, fuera una señal imborrable.

Lo cual no consuela en absoluto a Arroyo, quien 23 años después sigue inconsolable cuando recuerda la Vuelta que, dice, ganó en la carretera y le quitaron en los despachos para engrandecer el palmarés de Marino Lejarreta, corredor del Teka, quien no había pasado ni un control en toda la Vuelta.

"Fue un robo", dice Arroyo. Fue una ironía.

José Miguel Echávarri, director del Reynolds en el que corría Arroyo, recuerda el clima deletéreo del ciclismo español de aquellos años. Cómo su figura, pequeña pero enérgica, respetuosa pero furiosamente independiente, fastidiaba al establishment, a los dirigentes que se sentían depositarios del espíritu del ciclismo. Cómo molestaba a Luis Puig, intocable presidente, todopoderoso. Cómo molestaba a algunos organizadores, como al de aquella Vuelta a Asturias de 1980, de la que retiró al equipo al comprobar que no estaban previstos controles antidopaje.

Arroyo, el incontenible, también era un personaje molesto. Arroyo se había destacado en las asambleas del sindicato luchando, y ganando por la mínima en las votaciones, para que fueran obligatorios. Arroyo hablaba y se quejaba. Decía que veía a ciclistas "mamaos" pasar un control en serio, sin que el juez les permitiera dar el cambiazo de orina, y luego que había dado igual, que su equipo había llamado a Luis Puig a su famoso teléfono rojo y que todo se había apañado.

Por eso se reía Arroyo cuando el periodista le dijo que iba a perder la Vuelta por un positivo. Metilfenidato se llamaba la sustancia. Un derivado anfetamínico que se hallaba en unas pastillas llamadas Lideprán, un producto que ahora con el nombre de Ritalín figura en el hit parade de superventas como tratamiento para niños con déficit de atención e hiperactividad.

Alberto Fernández, ciclista fallecido que también dio positivo por esa sustancia en aquella Vuelta, al igual que Vicente Belda -actual director del Comunidad Valenciana- y Pedro Muñoz, dijo que circulaban libremente por el pelotón, pero que los habían cazado por culpa del Mundial de fútbol, porque habían modernizado el laboratorio. A Arroyo, en cambio, no le sonaban de nada las pastillas. A él le escamó, y aún le escama, y lo considera parte de la prueba de la "conspiración" que se dio contra él, ya que la noche de la etapa de Navacerrada, la del positivo, Lejarreta, que dormía en Ávila con su equipo, se fue a Salamanca, donde pernoctaba Garayalde, director del control.

Apenas un mes después, Arroyo encontró una pequeña vindicación en la Subida a Arrate, en la que se impuso. "La primera etapa la ganó Lejarreta, pero antes de la contrarreloj yo les pregunté a los organizadores que si habría control antidopaje", recuerda Arroyo; "y les dije que, si no había, era un escándalo. Así que, finalmente, nos anunciaron que habría control. Al enterarse de ello, Lejarreta, su hermano Ismael y Alberto Fernández se retiraron".

Durante el invierno, Arroyo cumplió el mes de sanción que le impusieron. Al verano siguiente debutó en el Tour. Quedó el segundo y ganó la cronoescalada del Puy de Dôme.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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