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Reportaje:

De Algeciras a Estambul pasando por Varsovia

La canción 'Todo irá bien', de David Broza, momento para el recuerdo del concierto 'Músiques de la Mediterrània'

En principio, se trataba de un acto más social y político que puramente artístico o musical. Con esa premisa poco se puede objetar al concierto Músiques de la Mediterrània, que el pasado sábado ocupó el escenario del remozado Palacio de los Deportes de Barcelona. Con toda seguridad los numerosos políticos que poblaban la platea se fueron a sus hoteles con un buen sabor de boca, inicio idóneo para la Cumbre Euromediterránea, que podía y debía ser ajetreada. Así pues, misión cumplida.

Otra cosa sería evaluar el evento bajo un punto de vista estrictamente musical. Entonces todo cambiaría, porque el derroche de medios no se correspondió con los resultados finales. Traer a Barcelona a tal cantidad de buenos músicos para que a lo más interpretasen dos canciones perdidos en un marasmo plástico y visual, más que un derroche, es un despilfarro. En este caso las leyes de la sinergia funcionaron al revés y el todo fue inferior en mucho a cada una de sus partes. Cualquiera de los músicos que pisaron el escenario podría haber ofrecido un buen concierto, pero todo acabó convertido en un pastiche inmenso dedicado a magnificar el Mediterráneo con una visión que tenía demasiado de postal turística.

La supuesta mediterraneidad fue otra de las cosas curiosas de la velada ya que, a pesar del título explícito del espectáculo (Músiques de la Mediterrània), se incluyeron aportaciones polacas, portuguesas e indobritánicas.

Días atrás, los organizadores no supieron explicar convincentemente ese punto y sobre el escenario aún quedó más confuso. Probablemente la razón la llevaba aquel que afirmaba que, al fin y al cabo, Varsovia no es más que un barrio de Nápoles.

Maria del Mar Bonet fue la gran protagonista de la velada. Presentó y despidió el evento, cantó sola, acompañada por su grupo o en dúo con Eugenio Bennato, Abdeljalil Kodssi o Dulce Pontes. Incluso su grupo, debidamente remozado, fue el encargado de acompañar a otros participantes bajo la siempre segura batuta de Joan Albert Amargós. La presencia de Bonet y el inmenso y bello escenario totalmente azul -hasta la arena del suelo era azul- fueron el centro de la velada. Pero si fuera necesario destacar algo, sería el grito estremecedor del israelí afincado en Madrid David Broza al interpretar su tema Todo irá bien, dedicado al proceso de paz en su tierra y aplicable a todos los procesos de paz del globo. Broza fue también el encargado de poner la nota emotiva final cantando Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat.

Definitivamente, Todo irá bien, de David Broza, será el momento que recordar de la larga velada (se había asegurado que no sobrepasaría los 120 minutos, pero duró casi tres horas sin interrupción). También quedarán en el ánimo de muchos la voz y la presencia hechicera de la indobritánica Susheela Raman, la bella voz de la palestina Amal Murkus y el turbador mestizaje del turco Omar Faruk Tekbilek. Otros nombres pasaron por el escenario sin pena ni gloria o no tuvieron tiempo de calentar motores y ofrecer lo que se podría esperar de ellos. Fue el caso de los polacos Lautari y la bailaora Belén Maya.

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