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Reportaje:

Robinho pierde la sonrisa

El club, preocupado por su adaptación, pide al entorno del brasileño que le proteja

Dos goles en doce partidos de Liga. Ninguna asistencia. Y un campo, el Bernabéu, que empieza a sospechar. Robinho llegó al Madrid este verano con 21 años y la misión de abanderar el nuevo proyecto del equipo. Por ahora, tras 25 minutos mágicos ante el Cádiz, en la primera jornada de Liga, el Madrid sigue esperándole: Robinho aporta regate -realiza uno cada ocho minutos- y desequilibra -ha provocado siete amarillas-, pero todavía no domina. Ni siquiera es titular indiscutible: ha sido suplente en cuatro ocasiones. Robinho ha perdido la sonrisa. Su problema: la falta de adaptación. Y a nadie puede sorprenderle.

"Robinho tal vez necesite un año o dos para adaptarse", avisó Parreira, el seleccionador brasileño, cuando se enteró de su fichaje por el Madrid. Desde ese mismo día, el club temió que soportase demasiada presión: "El entrenador y el club nos han pedido que le protejamos", cuenta su entorno. En Madrid, Robinho se ha encontrado con un equipo exigido por el público más allá de los resultados, con el frío, y con un vestuario en el que no es la única estrella. El delantero, sin embargo, está "encantado", según cuentan sus allegados. Hay varias razones. Su padre y, sobre todo, su madre -secuestrada en Brasil cuando el jugador empezó a negociar con el Madrid- viven con él en un chalet. Roberto Carlos, el jugador con el que compartió techo y coche durante sus primeros días en Madrid, le ha apadrinado en el vestuario. Y, si le falla su pareja de entrenamientos, tiene donde elegir: Baptista y Ronaldo siempre están al quite.

Robinho lucha por adaptarse al Madrid y a la Liga y por salvar a Luxemburgo, el discutido entrenador del Madrid, con el que mantiene una relación especial desde que le dirigiera en el Santos. "Me alegro porque la victoria le quita presión a Luxa", dijo cuando marcó en la remontada del Madrid contra el Athletic. "El míster estaba soportando mucha presión". Dos meses después, los dos se siguen necesitando.

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