El fantasma de Núremberg
60 años después del proceso al nazismo, la guerra de Bush contra el terror pone en peligro el derecho internacional
Es la mañana del 20 de noviembre de 1945 en Núremberg. Acaban de dar las diez de la mañana. La sala de juicio se estremece. Veintiún acusados hacen su entrada. El ex mariscal Hermann Goering, enfundado en el uniforme degradado de la Luftwaffe, la fuerza aérea del Reich, exhibe unos folios. Quiere hacer una declaración. El tribunal rechaza la petición. La palabra la tiene Robert Jackson, el juez norteamericano que actúa como fiscal jefe de la acusación. Jackson, que ha llegado a la ciudad alemana hace días desde Washington,hablará durante toda la jornada.
Pero he aquí su mensaje esencial: "No debemos olvidar que el listón con el que juzgamos hoy a estos acusados es el listón con el cual la historia nos juzgará mañana. Pasar a estos acusados un cáliz envenenado es poner este cáliz en nuestros propios labios. Debemos observar en nuestra conducta tal imparcialidad e integridad que la posteridad pueda elogiar este juicio por haber colmado las aspiraciones de la humanidad de que se imparta justicia".
Han pasado 60 años menos dos días. Es el viernes 18 de noviembre de 2005. El abogado Reed Brody, de la organización Human Rights Watch se encuentra en Dakar, Senegal. Allí, ha colaborado en la detención del ex dictador de Chad entre 1982 y 1990, Hissène Habré, esta misma semana, a raíz de una orden internacional de detención de la justicia de Bélgica para su extradición a dicho país. "Habré ha esquivado a la justicia durante 15 años. He visto cómo le traían arrestado el 15 de noviembre hasta el juzgado. Parece que la justicia ha caído finalmente sobre él", explicó ayer Brody a EL PAÍS en una entrevista telefónica desde Dakar. "Hemos logradoque el tribunal aplace la decisión sobre la extradición hasta el próximo 22. Ya es algo", añadió.
El profesor de derecho internacional de la Universidad Libre de Bruselas, Eric David, se preguntaba a mediados de los años ochenta si Núremberg "es una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de cada dictador y cada torturador o bien es un producto congelado enterrado en el refrigerador del aparato legislativo de los Estados". Su respuesta: "El derecho de Núremberg es un poco las dos cosas". Según David era un "derecho dormido". O "derecho fantasma".
Ése fantasma es el que recorrió Europa y África y cobró forma en los tribunales de los años noventa para Ruanda y la ex Yugoslavia. Un proceso que se remataría con la creación, en 1998, de la Corte Penal Internacional, cuya inexistencia mantuvo la Convención contra el Genocidio de Naciones Unidas convertido en papel mojado durante años.
En el medio de este proceso, en 1996, un viento fuerte, inesperado, comienza a soplar desde el sur de Europa. La justicia española, liderada por el juez Baltasar Garzón, ha empezado a investigar los crímenes de la dictadura de Jorge Rafael Videla, en Argentina, y de Augusto Pinochet, en Chile. "La doctrina de Núremberg inspiró nuestra experiencia en el caso Pinochet", recuerda el abogado valenciano Joan Garcés, quien presentó la querella contra el ex dictador chileno en julio de 1996. "El conflicto entre impulsos criminales y humanistas continuará siendo permanente. Estamos viendo todos los días ejemplos de esa lacra. La doctrina de Núremberg sigue siendo uno de los instrumentos racionales para enfrentarlas", añade.
La fecha clave es el 16 de octubre de 1998, el día en el que el juez Garzón cursa a Londres la orden internacional de arresto de Pinochet. El 24 de marzo de 1999, la Cámara de los Lores, para determinar si el ex dictador podía ser sometido a un juicio de extradición en Reino Unido, votaba una sentencia capital: ni Pinochet ni ningún ex jefe de Estado podrá invocar su inmunidad ante el delito de tortura.
Esa sentencia está pesando ahora en EE UU. Scott Horton, presidente de la comisión de derecho internacional de la Asociación Americana de Abogados cree que es así. "El cáliz envenenado del juez Jackson parece estar ante los labios de la Administración Bush, que ha retirado al país de su respeto tradicional al derecho internacional e incumple sus compromisos con las convenciones de Ginebra y la convención contra la tortura. Es el fantasma de Núremberg. ¿Por qué razón el presidente Bush y el vicepresidente Cheney amenazan con vetar la enmienda de John McCain en el Senado que prohíbe la tortura? Quieren garantizarse la inmunidad ante una futura persecución penal", explicó Horton a éste periódico.
Mientras, Brody reflexiona desde Senegal. "Soy un norteamericano que va por el mundo intentando que tiranos y torturadores comparezcan ante la justicia. Hoy la parte más dura de mi trabajo es ser norteamericano, porque a los ojos de los demás represento la doble vara de medir y al imperialismo judicial"
Carlos Castresana, el fiscal que presentó la primera denuncia sobre los crímenes de la dictadura argentina y, más tarde, contra los cometidos por la chilena, advierte, desde California, donde reside, los peligros del huracán Bush contra el derecho internacional. "La doctrina de Núremberg tiene después del 11-S, en el contexto de la llamada guerra contra el terror, mayor vigencia que nunca: los crímenes internacionales son tales, aunque la ley interna autorice abusos como los que tienen lugar en Guantánamo, Chechenia o Abu Ghraib".
¿Y los asesores de Bush y Cheney, que diseñaron la tortura bajo la guerra contra el terror? Philippe Sands, abogado británico, dice: "La convención contra la tortura criminaliza a aquellas personas que son cómplices. EE UU, por otra parte, condenó a Josef Altstotter y otros abogados que colaboraron en las leyes nazis y los decretos de Hitler".
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