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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ahora, Jordania

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reiteró ayer, a propósito del múltiple atentado suicida del miércoles en Ammán -que ha dejado 57 muertos y un centenar de heridos, la mayoría jordanos-, su condena sin matices hacia cualquier forma de terrorismo, al margen de quiénes sean sus autores, los motivos que les mueven o el lugar en el que actúen. Que Jordania, adonde hoy viaja el secretario general de la ONU, Kofi Annan, haya sufrido una cadena de atentados, reivindicados por Al Qaeda, está en la terrible lógica de los fanáticos. La desestabilización del país árabe, por sus relaciones con Estados Unidos y por el papel que juega en una zona particularmente sensible por su conflictividad, es, sin duda, un objetivo para el terrorismo islamista.

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Jordania es un Estado moderado y prooccidental -además de un popular destino turístico- situado en la encrucijada más mortífera y volátil del planeta, entre Israel, Siria, Irak y Arabia Saudí. El pequeño reino hachemí, dirigido desde 1999 por Abdulá, de 43 años, hijo del fallecido Hussein, mantiene un tratado de paz con Israel, y su monarca apoyó en 2003 la invasión estadounidense de Irak. Una decisión ésta que la mayoría de los jordanos -la mitad son de origen palestino y el resto simpatiza con sus correligionarios suníes en armas- no comparte. Sus servicios secretos cooperan estrechamente con Washington, y el nombre de Jordania ha salido recientemente a la luz como uno de los supuestos lugares donde Estados Unidos envía a sus detenidos sospechosos de terrorismo para interrogarles. La Casa Blanca premia esta lealtad regional con unas ayudas de las que Jordania es el cuarto receptor mundial.

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La pretendida justificación de la terrible matanza de Al Qaeda alude esta vez a la condición de nido de espías de los hoteles de lujo dinamitados y al carácter "infiel" del Gobierno atacado. El empeño del régimen jordano, pese a sus características autoritarias, por mantener una sociedad relativamente abierta y secular es para los fanáticos un anatema insuperable, algo que debe ser abortado. Este mismo año, el rey Abdalá, con poderes casi absolutos, ha anunciado una ambiciosa agenda para encaminar el país hacia las reformas democráticas. Pocos blancos, por tanto, tan resonantes y deseados para los apóstoles del exterminio en nombre de Dios que esta encrucijada de tensiones que es Jordania.

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