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LA REFORMA DE SAN TELMO

Proyecto final para un edificio fragmentado

El arquitecto Vázquez Consuegra inicia la rehabilitación del Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta

Luis Barbero

El Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, vuelve a estar en obras. El edificio, que nació como escuela de navegación y posteriormente fue residencia de los duques de Montpensier y seminario, se enfrenta ahora a una "rehabilitación integral", en palabras de Guillermo Vázquez Consuegra, el arquitecto que ha diseñado el que se supone será el proyecto final para un edificio fragmentado y construido a base de los impulsos de sus propietarios.

Los trabajos en uno de los emblemas del barroco andaluz durarán tres años y son de tal envergadura que han obligado a la estructura administrativa de la Presidencia de la Junta a desplazarse a otra sede (la casa Rosa) de forma temporal. El presupuesto de la obra asciende a 38,59 millones de euros.

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La remodelación ha empezado con cierta polémica por los reparos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa) al proyecto. En la vertiente política, la crítica, espoleada fundamentalmente por el PP, se ha centrado en la construcción en el palacio de una vivienda para los futuros presidentes de la Junta, toda vez que el actual, Manuel Chaves, ya ha anunciado que nunca hará uso de esa residencia. Unas críticas que Vázquez Consuegra, que ya dirigió una reforma en 1992, y la Junta consideran injustificadas.

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El edificio empezó a construirse a partir de 1682 en un terreno que era propiedad del tribunal de la Inquisición. El palacio acogió la escuela de mareantes y, básicamente, se hicieron aulas, viviendas para los profesores y dormitorios para los alumnos. De estructura barroca, el edificio nunca llegó a ser acabado y, en 1996, se pararon las obras por la falta de fondos.

Las obras ya no se retoman hasta 1722 y es en esta fase en la que se construye la parte noble, la capilla, el patio de honor y la fachada principal, de estilo barroco. A mediados del siglo XIX el palacio experimenta una nueva remodelación, después de ser adquirido por los duques de Montpensier, que encargan al arquitecto Balbino Marrón el proyecto. Vázquez Consuegra destaca que Marrón, pese a ser un arquitecto neoclásico, usa en esta ocasión "el lenguaje barroco" y finaliza tres de las cuatro fachadas del palacio.

La duquesa de Montpensier cedió el edificio a la Iglesia al fallecer y es ésta la encargada de impulsar el siguiente proyecto. En 1900, el arquitecto Juan Talavera hace la primera reforma para que la construcción acoja un seminario. "Talavera interviene en el ala norte y se carga el patio de Los Jerónimos", situado en el ala sur, afirma Vázquez Consuegra.

El gran estropicio en el Palacio de San Telmo empieza, según Vázquez Consuegra, en 1926, cuando el cardenal Ilundain llama al arquitecto vasco José María Basterra para encargarle una nueva reforma. "Basterra inicia el vaciado y la destrucción del núcleo barroco del edificio, fue devastador, un expolio", afirma Vázquez Consuegra. En esta época se impone el orden y la simetría frente al desorden y la asimetría del barroco y se construyen los patios que ahora son objeto de polémica. El arquitecto sevillano añade que la de Basterra fue una intervención "contra la memoria histórica" y que los materiales que utilizó son de una calidad pésima.

Igual o peor opinión tiene Vázquez Consuegra de los trabajos que realizó Galnares Sagastizabal en 1962, también por orden de la Iglesia. En esta ocasión se construyó un colegio mayor, una escuela de teología, un convento, un seminario y celdillas para los residentes. "Se parcela el edificio, se tuguriza el espacio", añade.

En 1989 la Iglesia cede el Palacio de San Telmo a la Administración autonómica y se convierte en la sede de la Presidencia de la Junta. El gran proyecto de Vázquez Consuegra, tras el de 1992, es el que ahora empieza. "Se trata de una propuesta integral. Se interviene por primera vez en todo el edificio para darle unidad y coherencia. La demolición no afecta a ni un solo ladrillo del barroco", afirma el arquitecto sevillano, que quiere borrar de un plumazo "la arquitectura de ínfima calidad del seminario" y recuperar la memoria histórica del edificio, aunque con aportaciones como una biblioteca o un auditorio. "Los edificios históricos hay que interpretarlos, que no se produzcan rupturas y buscar la armonía entre lo nuevo y lo viejo", concluye.

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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