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Cuestión de cálculo | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
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Enamorarse

El otro día me invadió un sentimiento de tristeza absoluta cuando leí un estudio científico que afirmaba que el estado de enamoramiento dura, aproximadamente, 18 meses. Yo, para ser sinceros, pensaba que era muchísimo menos. Además, el texto destacaba que, entre enamoramiento y enamoramiento, suele transcurrir un año.

Me enamoré por primera vez cuando tenía 11 años y espero morirme a los noventa y tantos. Siguiendo al pie de la letra el resultado de ese estudio, el tiempo máximo que yo podré haber vivido rotundamente enamorado cuando me entierren será de 50 años.

Ciertamente, se trata de una cifra estupenda; medio siglo enamorado de personas sucesivas. Eso es también, a su modo, una bonita historia de amor. ¿Por qué no se celebra eso por todo lo alto? Debería existir el concepto "bodas de oro" aplicadas a uno mismo, una suerte de celebración de nuestra unión, no con un ser en concreto, sino con el enamoramiento mismo, con ese estado de gracia que nos hace tener fe cuando no hay ningún motivo para ello. Desconozco cuánto tiempo he estado enamorado, sumando todos los instantes, pero, sin duda, debo haber llegado sobradamente a las bodas de plata.

Debería existir el concepto "bodas de oro" aplicadas a uno mismo, la celebración de nuestra unión con el enamo- ramiento mismo

Si ustedes lo piensan bien, sería interesante contar el tiempo del amor de esta manera. Los restaurantes organizarían banquetes para celebrar los 50 años de enamoramiento de un individuo con 24 seres humanos distintos. A la comida acudirían todos ellos, representando con orgullo distintos momentos de una vida. Cada una de esas personas, de forma sucesiva, fue la más importante en la vida del homenajeado. Hasta que llegó la siguiente.

Y ahora, si me lo permiten, voy a volver a escribir este artículo de nuevo. Lo haré porque me cansa que el escepticismo amoroso tenga mejor prensa que la ilusión. Vamos allá:

(TOMA 2): El otro día me invadió un sentimiento de tristeza absoluta cuando leí un estudio científico que afirmaba que el estado de enamoramiento dura, solamente, 18 meses. Yo, para ser sinceros, pensaba que era muchísimo más.

Al terminar de leerlo, quise saber cuál sería el tiempo máximo que yo podría vivir bajo los efectos del enamoramiento hasta el instante mismo de mi muerte. Me pareció un cálculo interesante. Desenfundé mi potente calculadora y empecé a teclear con muchas ganas. Sin embargo, cuando estaba pulsando la tecla correspondiente al signo de dividir, me apeteció bastante imaginar que mi vida no podía ser programada por ningún estudio, viniera de la universidad que viniera. Y pensé, inmediatamente, en las palabras de un antiguo poeta de cuyo nombre jamás consigo acordarme: "Malditos los enamorados que, al principio de su historia, no crean que su amor va a durarles siempre".

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