Long John Baldry, cantante y pionero del rock británico

Long John Baldry, histórico cantante británico de 64 años, falleció el jueves 21 de julio en Vancouver (Canadá), tras pasar varios meses hospitalizado por una infección de pecho. Aunque triunfó con discos muy comerciales, Baldry pertenecía a la generación de los Rolling Stones y tantos inglesitos que se deslumbraron con el blues y otras músicas afroamericanas.

John Baldry, londinense de 1941, comenzó actuando en locales de jazz y folk a finales de los cincuenta. Audaz, fue incluso compañero del legendario Ramblin' Jack Elliott en sus visitas a Europa. Se integró en los dos proyectos seminales del rhythm and blues británico: Blues Incorporated, de Alexis Corner, y los All Stars, de Cyril Davies. Baldry impresionaba por su altura y su vozarrón: Eric Clapton ha contado que su ejemplo le empujó a probar los escenarios. Otro admirador era Paul McCartney, que le vió en The Cavern, en Liverpool, y luego le coló en un especial televisivo de los Beatles.

Tras la muerte de Davies, transformó su banda en los Hoochie Koochie Men, con los que grabó su primer LP en 1964. Tenía a sus órdenes a un cantante y armonicista llamado Rod Stewart, con el que se incorporó a Steampacket, especie de supergrupo nucleado alrededor del organista Brian Auger. Ya como solista, contrató como acompañantes a Bluesology, donde estaba Reg Dwight, timido pianista que luego cambiaría su nombre a Elton John, juntando los nombres de John Baldry y su saxofonista, el jazzman Elton Dean.

Ya que no funcionaban sus grabaciones más negroides, se dejó tentar y, reciclado en baladista, tuvo grandes éxitos con Let the heartaches begin (número uno en 1967 en las listas de Gran Bretaña), Mexico, When the sun comes shinin' through y It's too late now. Cuando la fuente se secó, frustrado por quedarse relegado al circuito proletario de clubes nocturnos, volvió a la música que más le motivaba. Ya estrellas, Rod Stewart y Elton John se repartieron la producción de su LP de 1971, It ain't easy, que contenía su último impacto, Don't try to lay no boogie woogie on the king of rock'n' roll, una canción que se convertiría en su bandera. Su continuación, Everything stops for tea, era una irónica reivindicación del estilo de vida inglés que no fue entendida.

De temperamento frágil y sexualidad atormentada, Baldry conoció varios hospitales psiquiátricos hasta que, por una serie de carambolas, se instaló en Canadá en los años ochenta; allí volvió a grabar, en sellos como EMI y Stony Plain, permitiéndose caprichos como trabajar con una big band en Right to sing the blues. Nacionalizado canadiense, solía volver a Europa para actuar en Alemania, donde se le veneraba. Desarrolló una carrera económicamente muy rentable como locutor de publicidad, aportando también su voz profunda a juegos de ordenador y discos para niños: el lobo feroz terminó trabajando para Walt Disney.-