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Reportaje:

Donde la Administración no llega

Una asociación utiliza el correo electrónico para poner en contacto a colectivos excluidos con personas que quieren ayudar

Todo empezó con un viaje. Después de vivir un año en Guatemala, el abogado Juan Busquets, de 28 años, volvió a Barcelona "con más energía que nunca". La experiencia del subdesarrollo le había calado tan hondo que al reencontrarse con los suyos no se conformó con "compartir todo lo que había aprendido". Enseguida sintió la necesidad de seguir vinculado a la realidad social del mundo, pero esta vez para tratar de mejorar la situación de los menos favorecidos de su ciudad. Al final, su deseo se materializó en el proyecto solidario Veïns del Món, que desde hace tres años se dedica a "poner en contacto a colectivos excluidos con personas con sensibilidad social".

En Barcelona hay unas 250.000 personas que viven con unos ingresos inferiores a 300 euros al mes, según cifras del Ayuntamiento, lo que significa que el 15% de los barceloneses se encuentran en el umbral de la pobreza. Obviamente, Juan no los conoce a todos, pero poco a poco, a través de su red de contactos, ya ha conseguido dar con más de un centenar de ellos. "Somos conscientes de que no les podemos cambiar la vida", reconoce, "pero sí podemos contribuir a hacérsela un poquito más fácil". Para ello, la asociación que preside cuenta, potencialmente, con unos 250 voluntarios. "Se trata de que cada uno haga lo que pueda sin que esa labor perjudique su estabilidad emocional", explica.

En Barcelona viven 250.000 personas en el umbral de la pobreza

Begoña Planas, de 23 años, es la coordinadora de la asociación. Cada semana se pone en contacto con las familias a las que ayudan "para conocer cuáles son sus necesidades", dice. Luego, a través del correo electrónico, traslada al resto de los voluntarios esas carencias, que van desde cubrir un gasto inesperado hasta atender psicológicamente a una persona con depresión. "Mi trabajo es hacer de puente entre unos y otros", explica Begoña, "pero al ser una actividad solidaria, es difícil que la gente pueda comprometerse regularmente".

Paralelamente, esta asociación lleva a cabo un plan de refuerzo escolar, que consiste en proporcionar de forma gratuita profesores particulares para garantizar que los hijos de las personas a las que están ayudando sigan el curso escolar. De momento, gracias a donaciones de los propios voluntarios, Veïns del Món ha destinado 20.000 euros a mejorar la calidad de vida de 15 familias, el 70% de etnia gitana.

Los Martínez son una de esas familias. Jaime y Julia, de 22 y 26 años, respectivamente, nunca han tenido una vida fácil. Sin estudios ni trabajo estable, tienen que mantener a cinco hijos, de matrimonios distintos, de entre uno y nueve años. Hasta hace un mes vivían en Horta-Guinardó. Ahora, en La Mina. Pero pronto se mudarán a Montcada. "Si no fuera por Veïns del Món, no podríamos pagar la escuela de nuestros hijos", reconoce Julia.

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Pero esta asociación no sólo los apoya económicamente. Desde hace un año y medio, Carla Asmarats, de 21 años, cruza cada semana la ciudad para enseñar a leer, durante un par de horas, a los dos hijos mayores de esta familia, Javier y Raúl. "Enseñar a estos niños es complicado, pero muy gratificante", confiesa Carla. "Les he cogido mucho cariño y quiero seguir dándole todo mi apoyo a la familia", afirma.

En ocasiones, en vez de quedarse en casa ayudándoles a hacer los deberes, Carla los lleva a pasar la tarde fuera del entorno en el que viven, como a la playa, al Aquarium o al Tibidabo. "Igual que yo salgo de mi burbuja para ser más consciente de la otra cara del mundo", reflexiona, "considero que es positivo para ellos entrar en contacto con otras realidades, aunque sólo sea de forma temporal". La madre, como no podía ser de otra manera, está muy contenta con ella. "Me gusta mucho que venga porque sé que es un buen ejemplo para ellos", dice. Los chavales, por su parte, la adoran. "Carla es muy simpática y cariñosa", afirman, "la queremos como si fuera nuestra hermana mayor".

María Elena Alfaro es educadora social y conoce a todos los citados. Para ella, "lo más valioso que pueden dar los voluntarios es tiempo y cariño", pues con el dinero "se puede perjudicar más de lo que se puede beneficiar". Pero a veces es tanta la necesidad que tienen estas familias -"la mayoría vive para ayer"- que no queda otra alternativa. "Salir de la pobreza es un proceso complejo y casi siempre infinito", se lamenta María Elena. Por eso, aunque el voluntariado suple el trabajo que deberían hacer las administraciones, "lo más noble que podemos hacer, ya que estamos, es hacerlo lo mejor que podamos", concluye.

Más información www.veinsdelmon.org

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