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Reportaje:

La momia de Galera vuelve a casa

Los restos, descubiertos en noviembre de 2002, se expondrán en una vitrina que evita que prosiga su descomposición

Nació hace unos 3.800 años y murió unos 30 años después. En noviembre de 2002, un equipo de arqueólogos la encontró en el yacimiento de Castellón Alto, a un kilómetro de Galera (al norte de la provincia de Granada) y, a pesar del tiempo transcurrido, conservaba parcialmente restos de pelo y piel, sus armas, instrumentos de trabajo, joyas y algunos retales de ropa. Tras dos años y medio de estudio en la Universidad de Granada, la momia de Galera volvió el pasado jueves a su pueblo. El público podrá admirarla a partir del mes que viene en una vitrina especial que impide su descomposición, instalada en el museo arqueológico del municipio.

Dentro de la urna se ha reproducido al milímetro la covacha en la que se encontró. Este hombre, perteneciente a la llamada Cultura de El Argar (extendida por todo el sureste peninsular en la Edad de Bronce) apareció sepultado en el interior de una de las casas que forman el yacimiento. Estaba en posición fetal junto a otro cadáver, un niño de unos cuatro años, que, según los expertos, pudo ser un familiar que falleció antes. Lo enterraron, como era tradición en esa sociedad, rodeado de alimentos. Tres de las cuatro vasijas de cerámica encontradas junto a él contenían respectivamente una pierna de cordero, gachas y una bebida todavía por identificar.

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La instalación realizada esta semana en el museo arqueológico del pueblo, pone a Galera en el mapa mundial de conservación de restos humanos. La vitrina en la que se expone la momia, construida por el Getty Conservation Institute (una de las instituciones más importantes en este campo), reproduce en su interior la falta de aire conseguida de forma casual en el enterramiento, la clave para entender el retraso en su descomposición a lo largo de 36 siglos.

La urna, cerrada herméticamente, se ha llenado de hidrógeno para reducir al máximo la presencia de oxígeno, que provocaría el deterioro orgánico progresivo de la momia. "En el mundo sólo hay otras tres instalaciones como ésta: una en la India, que contiene un libro; otra en Egipto y una tercera en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). La de Galera es la más grande de todas", explica Juan Ramón Aromí, el responsable de ponerla en funcionamiento.

María Oliva Rodríguez y Fernando Molina, codirectores de la excavación, ayudan a reconocer in situ los detalles de los restos. A simple vista se ve que la momia tenía el pelo largo, peinado con dos trenzas laterales y una coleta trasera con su correspondiente coletero, del que se conservan algunas cuentas de piedra, al igual que un collar, sortijas y unos brazaletes en las muñecas del niño. El hecho de que se le enterrara con una pequeña hacha y un puñal con una vaina de cuero de la que sobreviven algunos pedazos, indica que ostentaba una posición social alta entre los habitantes del poblado. "La presencia del cuchillo explica además que pertenecía a una sociedad donde la violencia tenía una presencia importante", explica Molina.

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