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Análisis:'¡MIRA QUIÉN BAILA!' | TVE-1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Lentejuela benéfica

¡Mira quién baila! (TVE-1) se estrenó con un rotundo éxito de público. La fórmula, importada de otras televisiones y adaptada por la factoría de Gestmusic, reúne varios personajes y les propone participar en un concurso cuyo premio será destinado a una organización benéfica. Hay un jurado compuesto por una mezcla de expertos y populares, reportajes sobre las clases y la ya tradicional votación telefónica, que perpetúa la interactividad y parte del negocio. La presentadora de este reiterativo formato sin sexo, violencia ni broncas es Anne Igartiburu. Aquí se libera del tono susurrante del Corazón de... para afianzarse como maestra de ceremonias oficial del reino. Repaso a los concursantes: Álex Casademunt (entusiasta), Juncal Rivero (un miembro del jurado le dijo algo que me sonó fatal: "Tienes que trabajar mejor las piernas"), Alonso Caparrós (que se puso un body con el que descubrió el apretón testicular simétrico, esa tortura), Lara Dibildos (que, pese a anunciar que se caería, no se cayó), Angel Garó (que rejuveneció por la vía del hip hop), María del Monte (que sufrió un positivo ataque de vértigo), Claudia Molina (no pude ver su actuación porque me llamaron por teléfono; lo siento: era urgente) y Fernando Romay, que, además de ganar, dijo lo que dicen los que no saben bailar: "En mi mente bailo bien, pero mi cuerpo no responde".

Capítulo aparte merece la participación de un niño de Cuéntame cómo pasó y una niña de Ana y los 7. Su presencia confirma esa enfermiza tendencia de la cadena pública a utilizar a niños en programas que se emiten en horario no infantil. Buenas intenciones, simpatía, cordialidad, buen rollo entre jurado y examinados (si trataran a los concursantes con la celeridad implacable del casting de Operación Triunfo en Tele 5, otro gallo les cantaría) y una estética de lentejuela e iluminación tipo Las Vegas, con música en directo y ese optimismo propio de quienes creen que si bailas la vida parece más soportable. Chachachá, vals, pasodoble y tango fueron los bailes principales, y en algunos casos confirmaron lo que hace décadas escribió Ernesto Sábato: "El tango es un pensamiento triste que se baila". Menos triste pero más cruel y espectacular fue el vals que Fernando Romay bailó con su excelente profesora. Fue una parodia más o menos encubierta del vals de La bella y la bestia en versión Disney. Sobre gustos no hay nada escrito y cada uno sube las escaleras como quiere, pero, a ratos, el programa me recordó Ginger y Fred, esa película de Fellini en la que el maquillaje, la sonrisa tersa y la ilusión por el espectáculo transmiten una profunda melancolía.

[¡Mira quién baila! fue visto el pasado lunes, día de su estreno, por una media de 5.243.000 espectadores, con una cuota de pantalla del 31,6%].

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