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Tormenta en una bola de cristal

Juan Ignacio Crespo

Los fondos de renta fija que invierten en mercados emergentes han pasado por dos momentos críticos recientes sin apenas despeinarse. El primero de los dos fue la rebaja de la calificación crediticia de General Motors y Ford que hizo que la prima de riesgo se incrementara considerablemente en los mercados de renta fija privada, provocando pérdidas en los fondos de elevada rentabilidad durante los meses de marzo y abril.

En circunstancias normales, cuando la sensibilidad al riesgo se dispara, se suele ver perjudicada la rentabilidad que proporcionan todos los activos en los que se considera que el riesgo es elevado. En esos momentos se produce lo que los anglosajones llaman vuelo hacia la calidad, que es un movimiento que favorece a la deuda pública de EE UU o de países de la Unión Europea. De ahí que la reacción esperable en circunstancias como las mencionadas es que se hubieran producido pérdidas no sólo en los fondos de renta fija de elevada rentabilidad, sino también en los que invierten en emergentes. Sin embargo, en marzo estos últimos tuvieron pérdidas muy limitadas (-1,21%) y en abril proporcionaron una rentabilidad del 1,19%.

Es destacable, pues, que esta vez no se produjera una reacción de pánico vendedor, comportándose de hecho los mercados de renta fija emergente mucho mejor que los de deuda corporativa de elevada rentabilidad: si en éstos la prima de riesgo se amplió en 1,8%, en los primeros sólo lo hizo en 0,50%. Es más, podría decirse que la bajada en la calidad crediticia de GM y Ford ha beneficiado de manera indirecta a la deuda de los países emergentes que tiene una calificación de BBB (el mínimo de lo que se considera grado de inversión). Es el caso de México, que, tras la salida de GM y Ford, se ha convertido en el mayor emisor con BBB que permanece en los índices de renta fija, por lo que los fondos que siguen estos índices se verán obligados a elevar la ponderación de México en sus carteras.

El otro momento crítico de los últimos meses, el referéndum francés sobre la Constitución europea, no tenía por qué afectar a los mercados emergentes en general, pero sí hubiera podido hacerlo con los del este de Europa. El no de franceses y holandeses se consideraba que habría de generar un movimiento de desconfianza hacia las instituciones europeas y un aplazamiento de las expectativas de mayor integración. Esa nueva situación afectaría de forma más negativa a los países de reciente incorporación a la UE y a aquellos que tienen la perspectiva de hacerlo en un futuro más o menos próximo. De ahí que se temiera una reacción muy negativa de los mercados de renta fija y variable de esos países.

Pues bien, los temores se revelaron injustificados: los fondos, tanto de renta fija como de renta variable emergente del Este de Europa, subieron en rentabilidad media (el 1,9% y el 4,3%) en los diez días posteriores al referéndum francés, y acumulan en el año un 3,4% los primeros y un 13% los segundos. La crisis que se temía que podrían sufrir esas dos categorías de fondos no pasó de ser una tormenta en una bola de cristal.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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