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Defensa se inclina por dotar de un sistema de combate americano a sus nuevos submarinos

El contrato, de 180 millones de euros, enfrenta a empresas de EE UU, Francia y Alemania

Miguel González

El Ministerio de Defensa resolverá antes del verano el concurso sobre el sistema de combate de los cuatro submarinos S-80 de la Armada española. Se trata de una decisión estratégica, no por el importe del contrato, 180 millones de euros, sino porque capacitará a los astilleros Navantia (antes Izar) para competir en el mercado mundial de submarinos convencionales, en el que se juegan unos 10.000 millones de dólares la próxima década. El departamento de José Bono prefiere la opción estadounidense, encabezada por Lockheed Martin, frente a las europeas, de UDSI (Francia) o de Atlas (Alemania).

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La elección del sistema de combate del submarino S-80 tiene implicaciones políticas, económicas, operativas e industriales. El propio jefe del Estado francés, Jacques Chirac, se ha interesado personalmente por el contrato. Su argumento es que los astilleros militares europeos deben avanzar hacia una "EADS naval", a semejanza del exitoso consorcio aeronáutico, y que España no puede darle la espalda. Pero Defensa cree que sólo si Navantia adquiere antes, con el programa S-80, la capacidad de construir submarinos estará en condiciones de negociar una participación relevante en la "EADS naval".

Los presidentes de los astilleros militares de España (Navantia), Alemania (HDW) y Francia (DCN) se reunieron el mes pasado en París, para sentar las bases de una futura cooperación. Pero el presidente de DCN, como anfitrión, invitó también al responsable de Thales, como si la suerte de los astilleros europeos estuviera ligada a la del grupo francés de electrónica.

Thales participa en dos de las ofertas que Defensa tiene sobre la mesa para el sistema de combate del S-80. En total son seis: la de UDS International, que es una filial de Armaris, participada por Thales y DCN; la de la firma estadounidense Raytheon con sonar de Thales; la de Raytheon con sonar de la alemana Atlas; la de Atlas en solitario; la de la noruega Kongsberg; y la de la estadounidense Lockheed Martin, con sonar de la también norteamericana EDO.

El precio de las ofertas oscila de los 150 a los 250 millones de euros. Pero la diferencia económica es demasiado importante si se considera que los cuatro submarinos cuestan 1.755 millones.

10.000 millones en juego

"La oferta ganadora", afirman responsables de Defensa, "será la que capacite a Navantia para construir submarinos". Actualmente, sólo Alemania y Francia fabrican submarinos convencionales. HDW construye el 214, una versión mejorada del 212, y DCN el Scorpène, en cooperación con Navantia. La asociación de DCN y Navantia en este submarino, vendido a Chile y Malaisia, llevó a Francia a dar por hecho que se repetiría con el S-80.

Pero el S-80 es más ambicioso que el Scorpène, pues se trata de un navío oceánico, de 2.300 toneladas de desplazamiento, frente a las 1.500 del anterior. Además, Navantia ha debido conformarse con un papel secundario en el reparto de trabajo del Scorpène, dotado con el sistema de combate francés de UDS Internacional.

Defensa sospecha que ni Alemania ni Francia están interesadas en que España adquiera la capacidad de construir submarinos, ya que supondría la aparición de un competidor directo en el mercado de los submarinos convencionales, en el que está en juego la adjudicación de más de 25 navíos, por unos 10.000 millones de euros, en la próxima década, según los expertos.

La ventaja de EE UU es que sólo construye submarinos nucleares, no convencionales, por lo que el trasvase de tecnología a Navantia no supondría alimentar a un futuro competidor.

Lockheed Martin cuenta en su haber con la venta a Noruega de las cinco fragatas F-310, construidas por Navantia con su sistema de combate Aegis. Se trataría de trasladar esta experiencia al campo de los submarinos.

De su lado, la Armada española no sólo es tradicionalmente proamericana, sino que está embarcada en el programa Scomba, para desarrollar elementos comunes a los sistemas de combate de sus distintos buques, a partir del Aegis.

Uno de los obstáculos con que tropieza la opción estadounidense es el suministro de los misiles de crucero con que se pretende dotar al S-80 para la misión de ataque a tierra. El Gobierno del PP inició las gestiones para adquirir 60 misiles Tomahawk, lanzados desde buques en el Mar Rojo contra Bagdad en la última guerra del Golfo, pero las fuentes consultadas admiten que, tras la retirada española de Irak, es muy difícil que el Congreso de EE UU autorizara la operación.

Como alternativa al Tomahawk, que produce Raytheon, se podría recurrir a un desarrollo naval del misil europeo Scalp-EG o Storm Shadow. Defensa alega que no hay prisa en tomar la decisión, ya que la entrega del primero de los cuatro submarinos no está prevista hasta 2011.

Es probable que el sistema de combate del S-80 sea objeto de las conversaciones que Bono mantendrá esta semana en EE UU. El ministro ya lo suscitó en su reunión con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el pasado 9 de febrero en Niza (Francia), con motivo de una cita de la OTAN. Pero Rumsfeld, al contrario que Chirac, mostró escaso conocimiento del tema.

La preferencia por EE UU no es irreversible. Lo que se hará antes del verano será proclamar la oferta ganadora. A partir de entonces, se iniciarán unas negociaciones que deberían concluir, este mismo año, con la firma del contrato. Pero, si no se llegara a un acuerdo, se negociaría con la oferta clasificada en segunda posición. Defensa no se quiere casar con nadie. Ni con EE UU.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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